- Chapiris y boinas destrozados
- Cinturones de cuero y tambores
- Uniformes, para la tintorería
Más de 4.000 militares participaron en el desfile por el eje central de Madrid el pasado 12 de octubre con motivo de la Fiesta Nacional. El acto estuvo totalmente marcado por el aguacero que cayó en la capital de España durante el desarrollo del desfile.
Se suspendió el paso de aviones y helicópteros, así como el salto paracaidista con la bandera de España, y hasta el rey, el presidente del Gobierno, la ministra de Defensa y el JEMAD hicieron un corrillo para estudiar si era conveniente dar orden de que se cancelara el desfile.
Finalmente se completó el desfile terrestre, eso sí, sin que los legionarios ni los regulares marcharan a su paso específico, sino al paso ordinario del resto de militares, lo que causó enfado entre miembros de esas unidades.
Pasados ya unos días desde el acto central por el 12 de octubre, en algunas unidades de las Fuerzas Armadas que se exhibieron por las calles de Madrid han hecho ‘balance de daños’ del desfile.
Distintas fuentes militares coinciden en asegurar que parte del material con el que desfilaron ha quedado “destrozado”.
Chapiris y boinas destrozados
Los daños han sido diversos. Varios militares que estuvieron en el acto lamentan que las prendas de cabeza han quedado inservibles, para la basura.
Eso ocurrió tanto con boinas como con otras prendas de cabeza, como el chapiri, el gorrillo tradicional de la Legión. Sometidas a la caída de agua durante horas, no pocos militares comprobaron al acabar el desfile que sus prendas de cabeza habían quedado destrozadas.
Por ejemplo, los chapiris se fabrican con fieltro, forrado en ciertos casos. Las unidades de la Legión entregan la uniformidad a sus integrantes, como en cualquier unidad militares, pero en determinadas circunstancias ya son los militares quienes deben reponerla: así que algunos legionarios ya dan por hecho que tienen que gastarse los 40 euros que vale un chapiri nuevo para sustituir al que llevaron este pasado 12 de octubre.
Lo mismo ocurrió con gorras y boinas de otras unidades.
Cinturones de cuero y tambores
También sufrieron bajo la lluvia los cinturones y correajes de cuero, que son habituales en los uniformes de las Fuerzas Armadas. Al mojarse durante horas de manera tan intensa, quedaron abombados.
Los daños también alcanzaron algunos instrumentos musicales. Por ejemplo, en la Banda de Guerra de la Legión que acompañó a los efectivos del Tercio ‘Don Juan de Austria’ 3º de la Legión, algunos tambores quedaron muy estropeados.
Están fabricados en madera y suelen ser instrumentos ya con años de antigüedad. Algunos han quedado inservibles.
Uniformes, para la tintorería
La exposición al aguacero durante horas afectó también a los uniformes. Los políticos y otros invitados que asistieron al desfile sí desplegaron paraguas en la tribuna de invitados, y algunos se cubrieron con chubasqueros.
Pero no ocurrió lo mismo con los militares que también contemplaron el desfile desde otras tribunas situadas en la Plaza de Cánovas del Castillo, junto a la fuente de Neptuno, que a diferencia de la tribuna presidencial (donde estaba la Familia Real, los miembros del Gobierno y otras autoridades del Estado) no estaban techadas.
Había un buen número de altos mandos del Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire… que no tuvieron forma de protegerse de la lluvia. De hecho, entre los militares que se quejaron por las medidas para acortar el desfile, hubo quienes señalaron que el motivo fue “que los generales no querían mojarse”.
Algunos, desde luego, se mojaron visiblemente. Un caso llamativo fue el del teniente general Julio Salom Herrera, jefe del Mando de Canarias del Ejército de Tierra.
El teniente general Salom asistió posteriormente a la recepción en el Palacio Real de Madrid. Como el resto de invitados, pasó por el Salón del Trono para saludar a los reyes y a la princesa de Asturias.
A algunos observadores no les pasó desapercibido el tono distinto que presentaba la parte superior del uniforme de Salom, en comparación con otros oficiales generales del Ejército de Tierra que llevaban el mismo uniforme.
La guerrera caqui del teniente general Salom seguían tan empapada de agua que ofrecía un color verde más oscuro que el del resto. De hecho, parecía casi del color verde musgo de la guerrera propia del uniforme de los Cuerpos Comunes (Jurídico, de Sanidad…).
También a diferencia de otros generales, Salom llevaba en la mano izquierda su gorra, que igualmente parecía completamente mojada.
Al recibir el saludo de este teniente general, el rey hizo algún comentario y se rio visiblemente. Hay que recordar que durante sus años de teniente coronel Julio Salom fue ayudante de campo de Juan Carlos I, y aún ejerció como ayudante de campo durante los primeros meses de don Felipe como rey, en 2014.
Más allá de este caso curioso, algunos militares que asistieron al desfile comentan que ya en casa decidieron mandar el uniforme a la tintorería, en vista del estado en que había quedado, ya que está elaborado en un tejido que absorbe el agua.