Los trabajadores de la comunidad terapéutica Casa Esperanza, en Agaete, se movilizan contra el cierre repentino del centro, especializado en la rehabilitación de personas con problemas de alcoholismo en forma de residencia. El pasado 1 de octubre, el equipo directivo citó a la plantilla y les comunicó el cierre, previsto para el 31 de diciembre por una falta de financiación, problemas de accesibilidad al centro y el inexistente suministro de agua de abasto, tal y como informó la dirección a los trabajadores.
Con el cierre, no solo se ven afectados los usuarios actuales, que en lugar de finalizar su rehabilitación en febrero como tenían programado lo harán el 13 de diciembre, sino también los familiares y los propios trabajadores, en total 11, que se irán a la calle. Por este motivo, tienen planeadas una serie de protestas y acciones para alzar la voz. La primera de ellas, a través de unos parones de media hora el jueves y el viernes en los diferentes centros de Cáritas. «Vamos a salir a la calle para manifestar nuestra disconformidad con el equipo directivo y hacer un llamamiento a las administraciones públicas», explica Juanma Betancort, presidente del comité de la empresa y personal trabajador del proyecto Casa Esperanza.
Manifestación
El sábado, por su parte, la cosa irá a mayores con una manifestación que saldrá a las 11.00 horas desde la plaza de Las Ranas y que llegará hasta el parque de San Telmo. Una concentración a la que no solo asistirán los trabajadores, sino también ex residentes, familiares y conocedores de la grieta que producirá este cierre permanente.
Con 24 plazas disponibles, tal y como explican sus trabajadores, Casa Esperanza se caracteriza por ser el único centro de rehabilitación de las islas especializado en alcoholismo y por ser interno las 24 horas del día durante cinco meses, tiempo que dura la terapia. Según explica Juanma Betancort, atienden al año alrededor de 200 personas entre usuarios, familiares y ex residentes.
Las psicólogas del centro Carmen Moreno y Mari Nieves Quesada sostienen que con este cierre, a nivel personal se perderá uno de los recursos con más experiencia y demandado. «Para los residentes que están ahora mismo todo esto es un impacto, y para los que ya han pasado por aquí esta experiencia ha sido importante, les ha marcado la vida y la manifestación del sábado será un reflejo de todo esto», señalan estas dos psicólogas.
De todas las islas
Con respecto al impacto del cierre de Casa Esperanza, Carmen Moreno y Mari Nieves Quesada apuntan que llega gente derivada de todas las islas. «Hay comunidades que comprenden todas las adicciones, pero nunca son suficientes las que hay», aseguran. Además, señalan que una de las idiosincrasias del proyecto Esperanza es que no solo sirve de recurso, sino que es un punto de encuentro y de actividades terapéuticas para no residentes y familias, así como a nivel formativo con alumnos en prácticas.
Entre las soluciones para que se detenga este cierre repentino, los trabajadores aseguran que la mejor alternativa es la voluntad. «Queremos que se paren, que valoren y entiendan la importancia que trae esto. Sabemos que es difícil, pero entre todos podemos proponer formas, y si la condición es económica, podemos intentar conseguir el dinero y que nos apoyen los Ayuntamientos, el Cabildo o el propio Gobierno».
El alcalde de Agaete, Jesús González, se reunió ayer por la mañana con representantes de los trabajadores de Cáritas para abordar el tema, y subrayó la importancia de estas instalaciones para la atención de personas con problemas de alcoholismo. Además, el edil resaltó la necesidad de cooperación para no poner en peligro la permanencia de los once puestos de trabajo directo que genera el centro.
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