La soledad es uno de los grandes temas de la literatura, precisamente porque sin ella no existiría la literatura. Es capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. La necesitamos y al mismo tiempo la detestamos. Puede enriquecernos tanto como envilecernos y nuestra relación con ella nos define como individuos y como sociedad.

La frontera entre concebir la soledad como algo positivo o negativo es tan difusa que tan pronto como creemos que hemos llegado a una conclusión, al instante siguiente algo nos incita a pensar lo contrario. En esa extraña paradoja se introduce Juan Gómez Bárcena con su último libro, Mapa de soledades (Seix Barral), un ensayo en clave narrativa que trata de hacer una genealogía histórica y geográfica sobre el estado o sensación de estar solo.

Portada de ‘Mapa de soledades’.

En los últimos años, el escritor santanderino ha logrado postularse como uno de autores más lúcidos y celebrados del panorama gracias a novelas como Ni siquiera los muertos (Sexto Piso, 2020) o Lo demás es aire (Seix Barral, 2023). Con su nuevo libro, Gómez Bárcena se atreve a enfrentarse a lo que se ha presentado en varias ocasiones como «la pandemia del siglo XXI». En este Mapa de soledades, el autor defiende la soledad, al mismo que reivindica la importancia del colectivo, diferencia entre la elegida y la forzosa, también habla en otros términos como solitud o solidumbre, se cuestiona el concepto de familia y poder.

A partir de un fortuito y revelador encuentro con la historia del poeta uruguayo Horacio Quiroga, Gómez Bárcena se enrola como una especie de aventurero literario en este viaje al centro de la soledad armado de libros, referencias y personajes históricos, cifras y cálculos, teorías y reflexiones en busca de respuestas, aún sabiendo que probablemente no las encuentre. Es ahí donde reside el interés de un ensayo concebido para andar y desandar sobre los mismos pasos, en el que importa más el viaje que el destino.

«Escribir este libro me ha permitido ser más introspectivo, me ha permitido comprender mejor mi propia soledad y darme cuenta de que alguna gran parte de mi experiencia de soledad es elegida. Al mismo tiempo, me ha permitido entender cuáles son las claves que me han llevado a a vivir esa soledad y a desearla», ha explicado el escritor en la rueda de prensa de presentación.

«Nuestro tiempo ha tendido a olvidar la dimensión positiva de la experiencia de estar solo», afirma en uno de los pasajes de Mapa de Soledades. «Muchas veces intentamos llenar permanentemente nuestro tiempo de acontecimientos. Para mí el acontecimiento es algo pasajero, algo que nos ocurre, pero creo que se está perdiendo la noción de experiencia. Creo que sin unos momentos de soledad, no hay manera de poner en valor la vida y la experiencia. Y pienso que eso tiene también que ver con la escritura. El escritor es alguien que que encuentra experiencias donde otras personas no encuentran nada y precisamente esa experiencia es la que crea el texto», puntualiza Gómez Bárcena.

A lo largo de este viaje, el autor se cuestiona, por ejemplo, la idea de intimidad y cómo hemos pasado a perderla en favor de una visibilidad permanente a través de las redes sociales. «Sentirte permanentemente expuesto es tan solitario como no ser visto«. En este sentido expone el caso de Janis Joplin, que decía que en el escenario se acostaba con 25.000 personas pero luego se iba a casa sola.

Desde su propia perspectiva, el autor investiga sobre la soledad de los monasterios ingresando en uno, examina el desapego solitario del eremita, pero también el del astronauta. Dialoga con las soledades de Lady Di, Emily Dickinson, August Strindberg Virginia Woolf, Dostoyevsky o María Antonieta. Pero también analiza el mito de Robinson Crusoe y se atreve a cuestionar el alegato de autosuficiencia de Miley Cyrus en Flowers.

Si a la soledad que describe la novela de Defoe la califica como «extraordinariamente masculina» por su naturaleza épica y casi sobrehumana, de la canción de Cyrus escribe lo siguiente: «El single ha sido interpretado por millones de personas como un canto a la emancipación y al empoderamiento femenino. Cyrus se dirige a su exmarido, el actor Liam Hemsworth, le advierte que ya no lo necesita. Ella puede comprarse flores; hablar consigo misma durante horas; puede sacarse a sí misma a bailar; sujetar su propia mano. Ella puede, repite el estribillo, amarse mejor, amarse mejor. No dudo que sea una canción cargada de buenas intenciones. Pero sospecho, como sospecha la poeta María do Cebreiro, que lo que se oculta detrás es una realidad más incómoda. Un canto narcisista a nosotros mismos, sostenido sobre la ilusión neoliberal de que podemos vivir al margen de los demás. Cyrus se equivoca: es imposible darnos la mano a nosotros mismos […]. El Otro no puede simplemente ser sustituido, por más que ciertos libros de ayuda y ciertos discursos biempensantes intenten convencernos de lo contrario».

Si por un lado, Gómez Bárcena afirma que «los grandes momentos de nuestra vida solo llegan a serlo en momentos de soledad» a través del gozo de la solitud, también insiste en la importancia de reconocer que «a veces necesitamos un nosotros y que esto obviamente nos convierte en dependientes, pero eso no tiene por qué ser malo». Es en esta dicotomía, muchas veces conflictiva, sobre la que oscila constantemente este Mapa de soledades.

En este sentido, el escritor santanderino critica la manera en la que la sociedad capitalista nos empuja a la soledad, incentivando tanto la idea de hombre o mejor hecho o hecha a sí mismo y de independencia absoluta, cuando «somos dependientes desde que nacemos».

El escritor Juan Gómez Bárcena.

Soledad y manipulación política

Esto le lleva a conclusiones como la que observa en el capítulo Océano, donde afirma que las personas muy solitarias son más manipulables a nivel político. «Hablo, por ejemplo, de los populismos, especialmente de derechas. Entre los votantes de sus partidos tienen a esas personas muy solitarias a las que es más fácil manipular, precisamente porque no tienen muchas referencias, o porque el partido político se compromete a ser su familia, les habla de grandes conceptos como América, que aspiran a darte ese calor que no tienes en tu vida. Estos partidos lo que necesitan para poder manipular es que las personas sean, sea que su partido sea un archipiélago de gente sola, solo, unidos a través de la idea del partido o de la idea del movimiento», ha asegurado el autor en la presentación.

En contraposición a esta corriente cada vez más numerosa de soledades, el autor pone en valor la idea del colectivo y de los núcleos cercanos y familiares en un momento histórico en el que su reputación se encuentra más cuestionada que nunca por estos movimientos basados en el individualismo más salvaje. «Pienso que tenemos cada vez más, un umbral de tolerancia más bajo ante la insatisfacción y el conflicto, que afecta a nuestra familia o nuestros amigos y creo que eso nos está llevando a experiencias cada vez mayores de soledad», ha apuntado.

El viaje que propone Gómez Bárcena es tremendamente ambicioso en su planteamiento, pero no por ello menos satisfactorio en su resultado. Esta genealogía es tan contradictoria como su propio objeto de estudio, no promete certezas ni cuantificaciones tangibles, pero sí es capaz de transmitir al lector la experiencia de la soledad compartida que supone la buena literatura.

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