“Tienen que salir, y tienen que salir ahora”. “Si te quedas en una casa de una planta y tenemos una marejada ciclónica de más de cuatro metros esa casa acabará siendo tu ataúd”. “Esta tormenta no es como nada que hayamos visto antes”. “Puede ser la tormenta del siglo”.
Los mensajes que lanzaban este miércoles las autoridades estadounidenses ante la inminente llegada a la costa oeste de Florida del huracán Milton a un área densamente poblada que incluye Tampa, Sarasota y Fort Myers, no eran una llamada al alarmismo, sino una voz de realismo.
En el boletín que emitió a las dos de la tarde hora local el Centro Nacional de Huracanes, ese huracán que se ha vuelto monstruoso sobre las aguas calentadas del Golfo de México se había reducido a categoría 4, una de sus últimas fluctuaciones tras alcanzar varias veces la categoría 5, pero ganaba en tamaño. Avanzaba a 26 kilómetros por hora, con vientos sostenidos de 215 kilómetros por hora y rachas aún más intensas.
Aunque era imposible adelantar donde tocaría tierra en algún momento del miércoles por la noche o primeras de la madrugada del jueves, y se anticipaba que lo haría con categoría 3 o 4, ya se empezaban a sentir sobre el terreno sus efectos. Las condiciones empeoraban por momentos y hacían presencia tornados algo más intensos que los que suelen acompañar a las tormentas tropicales.
Pero lo peor estaba aún por llegar: sus anticipados vientos devastadores, lluvias torrenciales, inundaciones y demoledoras marejadas ciclónicas de hasta tres metros y más según las previsiones.
Golpe tras golpe
Un par de semanas después de que golpeara la región Helene, otro huracán que se cebó especialmente en Georgia y Carolina del Norte, Milton ha desatado el pavor en Florida, y con motivos. Sus peligros afectan especialmente a casi 7,5 millones de personas que viven en los 15 condados en los que se ha llamado a la evacuación obligatoria.
Al menos 31.000 habitantes habían respondido a esa orden buscando seguridad en refugios habilitados, con capacidad para 200.000 personas. Cientos de miles más participaron en un lento y agónico éxodo por las carreteras que les alejaban de la costa hacia el sur o hacia el norte, una huída complicada por la escasez de combustible. Una de cuatro gasolineras del estado se quedaban secas este miércoles, según los datos recopilados por CNN.
Las autoridades cerraban algunos puentes y carreteras, numerosos aeropuertos cesaban sus operaciones en toda la franja que va a recorrer de costa a costa el huracán antes de salir al Atlántico y se cerraba la ventana de oportunidad de escapar de una zona donde los hospitales han evacuado pacientes, las escuelas han cerrado y se ha paralizado prácticamente toda actividad. En algunos condados se han impuesto toques de queda para obligar a los vecinos a quedarse en sus casas, o dentro de sus habitaciones de hotel en lugares como el parque Disney en Orlando.
El gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, anticipaba que el Milton va a provocar “una enorme cantidad de daños” pero reforzaba la idea de una sólida preparación del estado para responder. Prometía que esa respuesta batirá récords, citando por ejemplo la mayor movilización de miembros de la Guardia Nacional para operaciones de búsqueda y rescate y la llegada de 50.000 trabajadores de servicios públicos para asegurar lo antes posible la restauración del servicio eléctrico que se da por seguro que tumbará el huracán para millones de habitantes.
Por su parte, tanto el presidente Joe Biden como la vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris participaban este miércoles en una sesión informativa con responsables de varios departamentos y agencias encargados de la respuesta federal a la emergencia. En esa cita renovaban las alertas, las llamadas a la población a escuchar y seguir las instrucciones de las autoridades locales y las promesas de una firme respuesta federal.
También se denunciaba otro huracán que se ha intensificado con Helene y ahora con Milton: el de una “promoción imprudente, irresponsable e implacable de desinformación y mentiras descaradas”, según ha dicho Biden, que ha acusado a Donald Trump directamente de haber “liderado la campaña de desinformación”.