Este jueves, Europastry, el gigante catalán especializado en masas congeladas con unas ventas de 1.300 millones de euros anuales, iba a estrenarse en la bolsa. Era el segundo intento tras paralizar el proceso en junio pasado. Esta vez, de todas formas, ha sucedido justo en la víspera de estrenarse en el ‘parquet’, en el día que habían anunciado que iban a dar a conocer el precio de salida, situado en la horquilla entre los 15,85 y los 18,75 euros. Ya hay algunos inversores institucionales que se replantean la posibilidad de acudir a una eventual futura operación y otros que aseguran que aún no han tomado una decisión exclaman: «Ya veremos». De hecho, en los últimos dos años sería ya la cuarta vez que Europastry echa el freno a una oferta pública de venta (OPV).
El factor que ha llevado a esta nueva reculada esencial es, según la compañía, la situación geopolítica, con la tensión entre Israel e Irán, «que está produciendo una profunda inestabilidad en los mercados«. Es el mismo argumento que esgrimió a finales de junio, cuando también afirmó que esperaría a una nueva ventana de oportunidad para desembarcar en el mercado. Y todo ello a pesar de que a lo largo de todo el proceso «Europastry ha recibido muy buena respuesta por parte de los inversores, que han puesto en valor la trayectoria de la compañía y sus perspectivas de crecimiento, incluyendo una previsión de cerrar 2024 con récord de facturación y EBITDA», destaca en el comunicado en el que justifica este nuevo frenazo a su estreno bursátil. El problema es, según los expertos, que el mercado no puede ser el argumento.
Al lo largo del martes, el día en el que iban a dar a conocer el precio de salida a bolsa, a medida que transcurrían las horas, en la compañía controlada por la familia Gallés se debatían las medidas a tomar. Una de las que se puso sobre la mesa fue reducir el tamaño de la oferta pública de venta (OPV), es decir, vender una proporción menor de títulos a los inicialmente previstos, que eran en torno al 30% del capital. Pero finalmente primó la opción de echar de nuevo el freno a la espera de tiempos mejores. Esa opción ha sido confirmada por alguno de los inversores institucionales. De hecho a última hora de la tarde, a la vez que comunicaban por parte de los colocadores que se optaba por el rango bajo de precio (15,85 euros) «pidieron que se ratificara que se mantendría el compromiso una vez reducido el tamaño de la OPV, algo que hicimos», explican fuentes de una de GVC Gaesco.
Lo cierto es que, finalmente, se volvió a comunicar a los inversores institucionales, que son los que entran en las operaciones con vocación de permanencia, que se había optado por recular de nuevo. Algunas fuentes afirman que la familia Gallés, la principal accionista, no estaba dispuesta a vender al precio más bajo, cuando les habían ‘vendido’ las bondades de hacerlo en el tramo alto. Otras fuentes afirman que un elemento podría haber sido que algunos inversores no aceptaron el cambio de tamaño de la OPV (la ampliación de capital se mantenía, pero la venta de acciones del fondo MCH se reduciría a la mitad de lo previsto).Pero los analistas lo rechazan porque los inversores institucionales entran en estas operaciones con vocación de permanencia y ven más plausibles ciertos vaivenes de la dirección del grupo, muy obsesionado en seguir la evolución del gran líder mundial del sector, la suiza Aryzta, con mayores ventas y beneficios, y un valor de mercado de unos 1.700 millones de euros. Según estos especialistas «no tenía mucho sentido que el valor de Europastry fuera de unos 1.600 millones, con una facturación anual de 1.300 millones y 69 millones de beneficios; frente a Aryzya, con ventas por 3.000 millones y beneficios de 161 millones, y una capitalización de 1.700 millones. Incluso se llegaron a barajar los 2.000 millones».
En el trasfondo está también el papel de los bancos de inversión y colocadores, que suelen empujar a las empresas a optar por las franjas altas de precios, lo que limita su posible recorrido al alza, apuntan algunos analistas. Es algo parecido a lo ocurrido con la salida a bolsa de Puig, la más sonada del año, que se estenó a 24,50 euros y actualmente cotiza por debajo de los 20. Se ingresa más dinero en el corto plazo pero se complica la futura subida de los títulos en la bolsa, añaden.
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