Sin presencia pública alguna y con el runrún de la sucesión, alimentado por sus prolongadas ausencias del país. Así, lejos de los focos y renunciando al boato de antaño, ha celebrado sus 60 años el rey de Marruecos Mohamed VI.
El monarca, que pasa la mayor parte del año entre su palacio de París y Gabón, decidió hace cuatro años eliminar la tradicional celebración de su cumpleaños en los confines del palacio real de Rabat. Una medida que ha estado acompañada este año por la orden de aligerar al máximo su agenda de discursos.
A finales de junio la Casa Real marroquí anunció por sorpresa la cancelación de una de las cuatro alocuciones anuales que dirige, la que debía celebrarse el pasado domingo y que conmemora el exilio de su abuelo Mohamed V y la lucha por la independencia. Para festejar el cumpleaños del rey, el ejército del aire marroquí protagonizó este lunes una sesión de acrobacias en la ciudad norteña de Alhucemas. El país celebró, además, el día de la Juventud y el ministerio de Justicia anunció el indulto real a 760 encarcelados.
En palacio atribuyeron la supresión a que se celebraba unos días después “del discurso del trono y antes del discurso real de apertura del parlamento». Mohamed VI, aquejado de problemas de salud y cada vez más ausente de los asuntos diarios del reino, reapareció en junio durante la oración de Aid al Adha, la fiesta musulmana del sacrificio.
Su último discurso
A finales de julio, durante su discurso con motivo de su llegada al trono, Mohamed VI presumió de los logros del último año, entre ellos, la incoporación a la candidatura ibérica para albergar el Mundial de fútbol de 2030. “Este mismo espíritu ha animado nuestra decisión de presentar la candidatura compartida con nuestros amigos en España y Portugal, para acoger las eliminatorias de la Copa del Mundo del 2030, que aspiramos y trabajamos para que sea un acontecimiento histórico, en todos los niveles”, esbozó.
El monarca también trató de tender la mano a Argelia, el país vecino con el que se disputa la hegemonía en el Magreb y con el que mantiene una crisis diplomática desde 2021. “Queremos asegurar una vez más a nuestros hermanos argelinos, tanto a los dirigentes como al pueblo, que Marruecos jamás será el origen de cualquier daño o perjuicio. Les queremos transmitir, igualmente, la enorme importancia que otorgamos a los vínculos de afecto, amistad, intercambio y comunicación entre nuestros dos pueblos”, deslizó. Sus declaraciones, no obstante, han sido recibidas con desconfianza en Argel.
La salud de Mohamed VI y su sucesión son auténticos tabúes al otro lado del Estrecho. El monarca alauí padece una enfermedad autoinmune llamada sarcoidosis, que afecta a los pulmones, ganglios linfáticos y produce fatiga y pérdida de peso. Ha sido operado dos veces por una arritmia cardiaca, en febrero de 2018 y en junio de 2020. En 2019 también fue intervenido por un tumor benigno en el ojo izquierdo.
Su hijo, el príncipe Moulay Hasan cumplió 20 años el pasado mayo y se perfila como su sucesor en mitad de un ruido palaciego del que también emerge el hermano del rey, el príncipe Moulay Rachid, de 53 años. Junto a sus tres hermanas dirige los designios de una corte que observa con hostilidad a la nueva familia de Mohamed VI, integrada por los hermanos Azaitar.