La escuela del pequeño municipio de Caneto se ha convertido en un símbolo de la resistencia rural. A punto de ser cerrada por el Gobierno de Aragón por motivos administrativos, el proyecto educativo emprende un nuevo curso -el décimo- con la vista puesta en su regularización oficial y la posibilidad de dar una lección sobre los procesos de repoblación. Así lo entienden los directores del documental Semillas, estrenado el pasado fin de semana en la localidad del Sobrarbe y que ahora busca llegar a todos los rincones de la geografía aragonesa y estatal.
Los directores y creadores de Semillas son Lucía Castillón, Ana Valle del Río y Jorge Rodríguez Cubero y en el trabajo buscan reflejar «a través de la mirada de los vecinos de Caneto» cómo se ha vivido el desarrollo del centro escolar O chinebro y todo el embrollo administrativo en el que se han visto involucrados. «Centramos el foco en la importancia de la repoblación rural a través de la educación y cómo combatir con medios propios la engrasada maquinaria administrativa que tan poco se comprende y que tanta desazón causa», aseguran.
El rodaje de la cinta comenzó el pasado mes de octubre y los directores han compartido mucho tiempo con los vecinos del valle. «Hemos vivido el proceso con mucha intensidad», explica Castillón. Los últimos compases, casi paralelos a las resoluciones de la consejería de Educación del Gobierno de Aragón sobre la continuidad del centro se rodaron el mes de junio. «Muchos padres no comprenden qué ha pasado, pues era un espacio regularizado que se ha visto afectado por muchas decisiones tomadas desde Zaragoza, sin realmente contar con el centro, tomando como referencia unos expedientes de hace años que no estaban actualizados», señalan.
En este momento los creadores de Semillas están buscando espacios donde poder proyectar el trabajo, sobre todo después del buen recibimiento encontrado en la zona afectada. «El documental trae la mirada natural y sana de las personas que reviven nuestros pueblos y pone de relieve el daño causado por el fango político a una población que quiere vivir cada vez más alejada de él», aseguran. El germen del proyecto apareció durante la preparación y el rodaje del documental Donde quisimos vivir en el que los tres directores ya exploraban la situación actual del medio rural. En aquella cinta se centraron en darle visibilidad a las personas y poblaciones afectadas por los pantanos. Muchas familias fueron desalojadas durante los años sesenta por decisiones administrativas y una planificación hidrológica que no tuvo en cuenta la realidad de los valles y la montaña aragonesa.
«En este caso el documental trata la lucha del pueblo de Caneto por mantener vivo su hogar, de esta forma podemos ver cómo las familias de O chinebro deben lidiar con el anuncio por parte de la administración del cierre inminente de su escuela, suponiendo un traspiés en decenas de proyectos de vida, viéndose obligados a actuar rápido para evitar con toda herramienta posible el final de su proyecto de repoblación», destacan.
Castillón reconoce que en la actualidad «prima el diálogo» y que el conflicto va por el buen camino después de haber atravesado «un proceso complejo y embarrado para lograr que la Administración razone», señala. Pone como ejemplo que en algún momento se planteó que la veintena de alumnos se desplazaran a otro a cincuenta minutos en autobús, atravesando peligrosas pistas llenas de curvas.
«La semilla plantada por Caneto sirve como reflexión sobre las amenazas del medio rural», indican. No en vano, la construcción de la presa de El Grado ya provocó en su día el abandono de gran parte del valle. «El centro llena de vida una parte del castigado Pirineo aragonés», aseguran los directores.