Al filo de las once de la mañana de un jueves laborable, en la cafetería de Rialto, en el centro de Oviedo, ya hay una cola de seis personas que esperan a que quede libre una mesa. En el histórico salón, sostenido por las mismas columnas neoclásicas que tenía el local hace casi un siglo, desayunan y toman café clientes habituales y visitantes tanto de fuera de Oviedo como de Asturias (y muchas veces, del resto de España).

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