«Llevo cinco años esperando que la Justicia imponga la prisión permanente revisable a este asesino. Ahora falta que diga dónde está mi hija». Son las primeras palabras de Marisol Burón Flores, la madre de Marta Calvo, tras conocer la sentencia por unanimidad del Tribunal Supremo que ha impuesto este lunes la máxima condena al asesino en serie que mató e hizo desaparecer a su hija en una casa que tenía alquilada en Manuel, en la madrugada del 7 de noviembre de 2019.
Marisol ha encabezado la batalla policial, primero, y judicial, después para que a Jorge Ignacio Palma Jacome, condenado hasta ahora a 159 años y 11 meses de cárcel por la Audiencia de València, primero, y por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ-CV), se le impusiera el máximo castigo que contempla la ley en España, la prisión permanente revisable por los tres asesinatos consumados y otros seis en grado de tentativa cometidos sobre otras tantas mujeres que sobrevivieron a los encuentros sexuales con el criminal, así como por la comisión de nueve delitos de agresión sexual, uno sobre cada víctima, y el delito de tráfico de drogas.
«No es venganza; es Justicia»
La madre de Marta, auténtico yugo del criminal, confiesa que «estaba tan convencida de que le iban a poner la permanente revisable, que en un primer momento no he reaccionado. Cuando me lo han dicho, me ha parecido tan normal. Sabía que iba a ocurrir. Y, evidentemente, el sentimiento justo posterior ha sido de tremenda alegría, porque llevamos casi cinco años, que es el tiempo que llevo sin mi hija porque este asesino no solo la mató, sino que nunca nos ha dejado recuperar su cuerpo, trabajando para que se haga Justicia. Lo digo una vez más y las que haga falta: la prisión permanente revisable no la pedíamos por venganza, sino por Justicia».
Eso sí, enfatiza que la alegría no puede ser completa «porque no tengo su cuerpo. Yo sé dónde está ella, lo tengo muy claro. Ahí arriba, pero no su cuerpo, porque este asesino nunca ha querido decirlo para hacernos más daño».
La batalla por endurecer la ley
Pese a todo y a que la sentencia no solo es firme, sino que les da la razón, anuncia, emocionada, «esto no es el final». Marisol Burón, cuyo teléfono se ha quedado hoy «varias veces» sin batería por el aluvión de mensajes, llamadas y requerimientos de medios de comunicación de toda España, pero también de Colombia, por ejemplo, país del que es la segunda víctima mortal del asesino en serie, Lady Marcela Vargas, asesinada en Valencia en junio de 2019 cuando tenía solo 26 años recién cumplidos, pero también el verdugo, Palma Jacome, asegura que su lucha por agravar las penas a los asesinos que ocultan el cadáver de sus víctimas «no ha hecho más que empezar».
Desde hace tres años, encabeza una plataforma que lleva el nombre de su hija y cuyo fin es exigir «a los políticos, a todos ellos» que agreguen a la ley un nuevo supuesto que permita condenar con la máxima pena española, la prisión permanente revisable, a quienes, una vez asesinada su víctima, oculten el cuerpo y se nieguen a revelar su paradero de manera sostenida en el tiempo, como sucede en el caso de Marta Calvo o en el de Marta del Castillo, para evitar ser descubierto o minimizar el posible reproche penal.
Y destaca que esta condena conocida hoy, contra la que ya no cabe ningún tipo de recurso, tiene otro lado positivo: «Esto va a sentar un precedente para otras víctimas». Al menos, para que las audiencias provinciales y los tribunales superiores apliquen la prisión permanente desde el principio, siguiendo el mandato del Código Penal, sin que las familias se vean obligadas a recurrir al TS para que se haga Justicia.
