Si alguien consulta el Boletín Hidrológico que publica semanalmente el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se encontrará una y otra vez la misma situación. Las cuencas hidrográficas del sur peninsular están sufriendo con dureza los efectos del cambio climático y de la sequía, y el nivel de sus embalses es bajísimo. Solo la llegada de algunas lluvias torrenciales logra aliviar la situación durante algún tiempo, antes de que, de nuevo, vuelva a faltar agua.
Pero hay una excepción. Semana a semana, la cuenca hidrográfica de Tinto Odiel y Piedras destaca sobre el resto. Hablamos de un territorio que geográficamente ocupa 4.761,82 km2, que pertenecen en su práctica totalidad a la provincia de Huelva (98,0%) con la salvedad de dos municipios sevillanos (El Madroño y El Castillo de las Guardas), que suman el 2% restante. En esa región el nivel de los embalses está siempre muy por encima de los del resto de su entorno, y se acera incluso a las cifras de las cuencas del norte peninsular.
A simple vista, la imagen recuerda a las viñetas de Astérix y Obélix, que vivían en una aldea de «irreductibles galos» rodeados de campamentos romanos. Pero tiene una explicación científica, y en concreto meteorológica. Juan de Dios del Pino, delegado en Andalucía de la Aemet, lo ilustra.
«Lo habitual es que en invierno lleguen a España borrascas, y que esta sea la estación más lluviosa del año, seguida del otoño y la primavera, donde solemos tener DANA. Pero en los últimos 11 años, desde que estamos sufriendo sequía, la situación ha cambiado. Ahora tenemos más DANA que borrascas, así que las estaciones más lluviosas están siendo, por orden, la primavera, luego el otoño y por último el invierno», detalla.
Generalmente esas borrascas, que normalmente suelen ser atlánticas, llegaban a toda Andalucía. O a casi toda. Y es que, de acuerdo con De Dios, las cordilleras béticas actuaban como pantallas, dejando a la zona de Almería y regiones de Jaén y Granada sin agua. Pero lo que está sucediendo ahora, de entrada, es que estamos teniendo menos borrascas. Y las que se forman que suelen quedar en la zona de Portugal, Huelva y como mucho Cádiz, porque a medida que avanzan por el resto de Andalucía un anticiclón las está desviando hacia el norte.
Dicho, esto hay casos aislados. El portavoz de Aemet recuerda la borrasca Nelson, que en abril de este año, coincidiendo con la Semana Santa, barrió toda la región andaluza, recargando por completo embalses como el de Sierra Boyera (Córdoba), que había sido el primero de España en declararse oficialmente ‘muerto’ al secarse por completo. O el tándem de las borrascas Irene y Juan, que azotaron la región en enero de 2024. La primera humedeció el suelo y la segunda permitió que se produjera escorrentía y que el agua llegase a los pantanos. «Quitando esas dos excepciones el resto solo han llegado a Huelva, pero no al resto de Andalucía», resume De Dios.
Los últimos datos disponibles muestran que la cuenca de Tinto, Odiel y Piedras está actualmente al 73,4% de su capacidad. Es la tercera cifra más alta entre las 16 cuencas hidrográficas españolas, solo por detrás de las Cuencas Internas del País Vasco (90,5%) y la del Cantábrico Oriental (80,4%). A su alrededor, la situación del resto de cuencas andaluzas (y en general, de toda la zona sur) es radicalmente distinta: Júcar (41,2%), Guadiana (39,9%), Guadalquivir (31,4%), Mediterránea Andaluza (24%), Guadalete-Barbate (21,5%) y Segura (16,6%).
El efecto del cambio climático
El nivel de la cuenca de Tinto, Odiel y Piedras es tan bueno ahora mismo que está por encima de la media de los últimos cinco y diez años por estas mismas fechas. En un contexto de sequía prolongada y de cambio climático, el dato llama mucho la atención. Sin embargo, De Dios asegura que en esa zona también se están notando los efectos de la falta de agua y del calentamiento global.
«Es algo que se nota en todos lados. También en Huelva, aunque en menor medida. Pero en esa zona desde el año agrícola 2016-2017 las precipitaciones han estado por debajo de la media. Por ejemplo, en Córdoba se nota más la falta de agua, y Almería es la que más rápido agota los embalses. Aunque en Huelva siempre lloverá más, y los pantanos siempre estarán llenos», resume.
El portavoz de Aemet recuerda que los embalses siempre alternan periodos en los que se llenan con otros en los que se vacían. Pero afirma que la causa de que esta sequía esté siendo tan prolongada es que en 2017 y 2018, cuando en teoría deberían haber subido de nivel, no lo hicieron. «Entre 1992 y 1995 tuvimos una sequía más intensa en Andalucía. Esta no está siendo tan grave, pero al ser mucho más larga su impacto está siendo mayor», desliza.
En cuanto a la previsión para los próximos meses, De Dios aclara que los pronósticos tienen siempre mucha incertidumbre, en gran parte porque España está en una especie de «frontera» entre la Europa húmeda y templada y la África seca y cálida. Pero para el conjunto de nuestro país, Aemet pronostica que hay un 40% de posibilidades de que el otoño sea más seco de lo normal, un 35% de que esté dentro de los valores normales y un 25% de que sea especialmente húmedo. Aunque relata que los episodios de lluvias importantes como el del pasado mes de marzo son en muchas ocasiones imposibles de anticipar. En cuanto a la temperatura, hay menos incógnitas. Hay un 70% de opciones de que los siguientes meses sean más cálidos de lo habitual, un 20% de que sea normales y un 10% de que sean fríos.