Miles de seguidores de Hezbolá se congregaron el domingo en Beirut para despedir a Ibrahim Aqil, comandante del grupo terrorista chiíta, muerto en un ataque aéreo israelí. Aqil, de 61 años, murió junto a otros líderes de la fuerza élite Radwan mientras se encontraban en el sótano de un edificio residencial en Beirut el viernes. Hezbolá lo describió como “uno de sus grandes líderes”.

Estados Unidos lo había sancionado durante casi una década, ofreciendo una recompensa de siete millones de dólares por información relacionada con su participación en el atentado de 1983 en Beirut, que dejó 241 estadounidenses muertos.

La ceremonia en los suburbios del sur de la capital reunió a hombres y mujeres, muchos vestidos de negro, quienes portaban fotos de miembros del grupo muertos. Combatientes uniformados y con boinas rojas escoltaron los ataúdes de Aqil y otro combatiente, ambos cubiertos con la bandera amarilla de Hezbolá, mientras una banda militar tocaba. La seguridad en la zona era estricta, con vallas metálicas rodeando el área.

Amira Makki, de 60 años, expresó su apoyo al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, afirmando: “Sacrificamos a nuestros hijos y nietos por él”. A su vez, Fátima, de 26 años, consideró un “deber” asistir al funeral y señaló que, sin los mártires, “no estaríamos aquí”.

Un cartel en la procesión reafirmaba el compromiso de Hezbolá con Palestina, destacando que solo un alto el fuego en Gaza pondría fin a los ataques contra Israel. Desde el 8 de octubre, Hezbolá ha mantenido un intercambio constante de fuego con Israel en apoyo a Hamás, tras la invasión y masacre cometida por este grupo el 7 de octubre, que desencadenó la guerra de Gaza y dejó 1.200 muertos, mayormente civiles israelíes, además de 251 secuestrados.

Los enfrentamientos en la frontera norte de Israel han cobrado la vida de 26 civiles y 22 soldados israelíes, además de ataques desde Siria sin bajas. Hezbolá reportó la muerte de 504 de sus miembros, la mayoría en Líbano, y otros 79 terroristas han perecido junto con un soldado libanés y decenas de civiles.

La última semana fue especialmente violenta, con miles de heridos y decenas de muertos en las filas de Hezbolá debido a explosiones en dispositivos de comunicaciones y ataques israelíes en el sur del Líbano. A su vez, Hezbolá disparó cohetes más profundamente en Israel, elevando los temores de una guerra total.

Durante el funeral, Naim Qassem, subjefe de Hezbolá, aseguró que el grupo ha entrado en una nueva fase de combate y está preparado para “todas las posibilidades militares”. Señaló que la lucha con Israel es una “batalla de ajuste de cuentas abierta”. Su discurso fue interrumpido por cánticos de “¡Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel!” y muestras de lealtad hacia Nasrallah.

Aqil, responsable de establecer la Fuerza Radwan en 2008, es el segundo alto comandante de Hezbolá en morir desde octubre, después de que otro ataque israelí matara a Fuad Shukr en julio. El Ministerio de Salud libanés estima que el ataque aéreo israelí del viernes dejó 45 muertos, incluidos civiles, y también cobró la vida del comandante Ahmed Wahbi.

Tras la ceremonia, los ataúdes fueron colocados en un camión adornado con coronas de flores. Pese a la creciente violencia, los seguidores de Hezbolá mostraron su lealtad inquebrantable al grupo. “Estamos dispuestos a dar nuestra sangre y a nuestros hijos”, afirmó Hussein Zaarur, un ingeniero de 72 años.

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