Camino ha sido una gira atípica para Niña Pastori. Acostumbrada a hacer 30, 40, a raspar los 50 conciertos algún verano, en esta ocasión se ha montado un tour a la medida: 14 fechas estivales con su buen parón en la segunda quincena de agosto –actuando el día 16 en El Puerto de Santa María, donde vive, para ya quedarse en casa–. Y rematando esta noche en Madrid, en el Wizink Center, y el próximo sábado en el Palau Sant Jordi de Barcelona. No en vano ya es una figura consagrada y no necesita hacer todas las plazas para estar en lo más alto del escalafón. Mejor pocas y elegidas. También más grandes. «Pero un poco en modo celebración y para disfrutarlo de otra manera», explicaba la artista a El Independiente antes de arrancar en Valencia a comienzos de julio, cuando presentó el EP Raíz Nunca me fui con Lila Downs y Soledad.

Esta gira es una celebración de «un disco que nos ha dado muchas satisfacciones», entre otras un Grammy Latino. Pero también de casi 30 años de carrera que se repasan concienzudamente ante un público afectuoso, agradecido e intergeneracional. «Hay veces que vienen la abuela con la madre y con la hija, o el matrimonio con sus hijos, y eso es muy bonito, que alguien que te ha escuchado en su casa de pequeña diga de repente, pues mamá, voy a ir a verla en directo que nunca la he visto. Eso pasa mucho, y es una parte entrañable y bonita de esta profesión».

Toda una vida

A estas alturas, armar un concierto de Niña Pastori, con los éxitos de ayer, hoy y siempre, no es tarea fácil. «Es un lío y hay un curro grande, porque hay que ofrecer lo nuevo, y la gente lo quiere, pero también quiere lo de antes. Entonces hay que darle una vuelta, versionándonos a nosotros mismos, haciendo medleys«.

–Eso es algo muy flamenco.

–Totalmente, es algo muy flamenco, muy nuestro, que hemos hecho toda la vida. Porque hemos cantado la letra de uno, la letra del otro, hemos hecho un popurrí de pedacitos. A veces meto cosas de otros. Ahora tengo una versión de Alejandro [Sanz, uno de sus mentores y amigo], y hago temas de otros artistas, como «Contigo», de Joaquín Sabina, que ya lo siento muy mío y a mi público le encanta. Pero con mi propio repertorio es lo tengo que hacer, ya versiono mis propias cosas, porque a los arreglos pasado un tiempo hay que darles ya una vueltecita, una refrescada.

–El año que viene se cumplen 30 años de tu primer éxito, «Tú me camelas», incluido en aquel primer álbum, Entre dos puertos, que hiciste con dos grandes como Alejandro Sanz y Paco Ortega. ¿Qué piensas al mirar atrás? 

–Sí, mucha tela… Pero es muy raro porque tengo la sensación de estar empezando, arrancando algo nuevo. No siento que han pasado 30 años ni muchísimo menos. También esta vida, nuestra profesión, va muy deprisa, se viven muchas cosas, muy intensas. Pero quizá es porque tengo muchas ideas, proyectos, muchas cosas por hacer.

Mano a mano con Chaboli

En primavera estaba grabando nuevo material en Madrid, pero Niña Pastori es muy celosa de lo que anda haciendo o de lo que está por venir. «No voy a decir nada, porque muchas veces son cosas que tengo en la cabeza y a lo mejor luego no salen. ¡Y además hay mucho ladrón que te quita las ideas! Que más de una vez he hablado cosas y luego ha salido por ahí algo que he dicho, anda, mira aquí el listo o la lista», señala entre risas.

Lo que no cambia es su sociedad con Julio Jiménez Borja, Chaboli, hijo de Jeros, el de Los Chichos, y su marido desde 2002. Ambos son padres de dos niñas, María y Pastora, de 12 y 16 años, y trabajan mano a mano componiendo y arreglando toda la música a la que luego Niña Pastori le da voz y alma.

Un tándem creativo que siempre está en modo on. «No tenemos un momento que decimos, ahora nos ponemos a trabajar. Eso no ha existido nunca en nosotros. En la casa el estudio siempre está abierto, siempre están ahí las guitarras, es una forma de vivir. De repente surge, encendemos la grabadora, luego ya Chaboli le va dando formita, incluyendo, sacando instrumentos, y como también toca la percusión, la guitarra y el piano, pues él lo hace todo. Hombre, es complicado, hay que echar muchas horas para hacer cosas nuevas y estar también al día de lo nuevo que sale. Pero tenemos a dos ratoncillas que están por ahí todo el rato y que les gusta también mucho la música, y vienen y te dicen, mira, mamá, escucha esto. Siempre nos ponen cositas, y tienen buen gusto. Todo fuera del flamenco, ellas escuchan música en inglés. Nosotros descubrimos por las ratonas a Billie Ellish, que nos encanta. Vamos los dos en el coche y la ponemos mucho».

Esta noche Niña Pastori pisa de nuevo el escenario del Wizink acompañada de Chaboli a la percusión y a la guitarra, otro guitarrista, un bajista, dos coristas y un piano. «Somos unos cuantos». Está todo vendido. Solo queda Barcelona y después volver a su refugio del Puerto. Toca parar un poco. «¡Este año me veo como pollo sin cabeza!», reconoce. «Y quiero centrarme porque estoy con muchos frentes abiertos».

Fuente