Una pintada reciente en el muro de acceso a un bloque de edificios en el barrio de Fontiñas, en Santiago, ha provocado perplejidad e indignación entre los vecinos. Escrito en color rosa chillón sobre la piedra gris, el mensaje, que hizo levantar más de una ceja, reza: «Cuando tú apareciste, desaparecieron todas las demás».
Un lector enviaba a este diario la fotografía del graffiti con el mensaje: «Está locamente enamorado o es un vándalo. Probablemente ambas cosas». Lo cierto es que esta declaración de amor «apasionada» deja bastante que desear, también en cuanto a su valor artístico. A la espera de que se proceda al borrado -de la obra sin arte, no del amor-, este mensaje callejero nos lleva a preguntarnos: ¿cómo podemos saber cuándo un grafiti es arte y cuándo es simple vandalismo? ¿Es la pintura rosa el problema? ¿La falta de crítica social o de perspectiva?
¿Cómo saber si el graffiti es arte o vandalismo?
Solo es necesario pasear por las calles para darse cuente de que no todos los grafitis son iguales. Algunos son claramente obras de arte, mientras que otros parecen… algo que hizo alguien enamorado con una lata de pintura que sobró de la fiesta de cumpleaños.
Para aclarar esta cuestión, veamos los tres elementos clave que distinguen el arte del vandalismo:
- Originalidad: El grafiti que se considere arte debe ser único. Esto significa que tanto su mensaje como su estilo tienen que ser capaces de captar la atención. Un grafitero que hace arte tiene un toque inconfundible. En el caso del mensaje en Fontiñas, aunque emotivo, el autor podría haberse esmerado un poco más. No parece que vaya a revolucionar el mundo del arte urbano con eso.
- Crítica social: Un buen grafiti a menudo lanza un mensaje subversivo que nos hace reflexionar sobre algún aspecto de la sociedad. En esta ocasión, la única reflexión posible es si la persona destinataria de esa declaración estará encantada o, al igual que los vecinos, preocupada por el deterioro de la fachada.
- Valor pictórico: Y aquí está la clave. El uso del color, la composición, la técnica… todo esto debe estar presente en un grafiti artístico. Lamentablemente, en este caso, el rosa chillón sobre piedra no lo ha logrado.
¿Y por qué se asocia el grafiti con el vandalismo?
El problema radica principalmente en el lugar donde aparece. Si el artista urbano despliega su creatividad sobre superficies que no le pertenecen, como persianas de tiendas o, en este caso, muros de viviendas, se cruza una línea difícil de ignorar. Para evitar ser etiquetado de vándalo, además de cumplir con los criterios artísticos, el graffiti debe realizarse en espacios adecuados.
Cada vez más comunidades de propietarios y ayuntamientos contratan a muralistas para embellecer las fachadas de las ciudades. Obviamente, este no es el caso. Falta talento y también el permiso de los vecinos para hacer pública tal declaración de amor.