El reciente hallazgo de un torreón romano en un sótano del Coso Bajo y las catas arqueológicas realizadas este verano en esta misma calle y la plaza San Miguel han vuelto a recordar que el subsuelo de Zaragoza esconde la historia misma de la ciudad. Como era de prever, los restos hallados en las citadas catas no fueron tan relevantes como para desenterrarse y quedar al descubierto (lo que podría haber condicionado la reforma de la céntrica calle), pero evidencian que cualquier zanja abierta en el corazón de la ciudad puede sacar a la luz vestigios de civilizaciones pasadas. De hecho, muchos de los yacimientos que se han musealizado en las últimas décadas en Zaragoza (como el Foro o el Teatro Romano) tienen su origen en unas obras y aparecieron sin excesivos esfuerzos y por casualidad. 

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