La política y la justicia exhiben su doble rasero ante la emergencia humanitaria que vive Canarias por la acogida de menores migrantes no acompañados. Medidas que, durante el mandato de Ángel Víctor Torres como presidente autonómico, pasaban inadvertidas para la Fiscalía, hoy se topan con un muro de oposición legal. En febrero de 2022, el Ejecutivo de Torres advertía de su desesperación ante la crisis migratoria, que alcanzaba un punto crítico con los centros de acogida de menores al borde del colapso. En ese momento había unos 2.800 niños tutelados por la comunidad autónoma –la mitad que ahora– y alertaban de que las infraestructuras no tenía capacidad para seguir ampliando plazas. En este contexto, anunciaron que si continuaban las llegadas de menores no acompañados, se verían obligados a adoptar medidas extremas como alojarlos en carpas o, en el peor de los casos, dejarlos a comisarías más de 72 horas ante la falta de recursos adecuados. Ante esta declaración de intenciones, la Fiscalía se quedó muda y no presentó objeciones a la gestión del Gobierno de Canarias.

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