Carlos Alcaraz ya tiene, a sus 21 años, otra pequeña conquista en su palmarés. Sumó su primer triunfo en una Laver Cup, el torneo de Europa contra el Resto del Mundo que impulsó y controla el suizo Roger Federer a modo de Ryder Cup del golf traspasada anualmente al circuito profesional ATP.

Inauguró su palmarés en la competición a su inconfundible manera. Encendiendo los ánimos con sus virguerías, su nutrido catálogo de recursos. Una capacidad de inventiva que enloquece a los rivales y pone en punt de ebullición a la grada. Como sucedió en el Uber Arena de Berlín, que disfruó con las diabluras del murciano.

No tardó ni veinticuatro horas en tomarse su revancha Alcaraz. Nada puede borrar su sonrisa en una experiencia única rodeado de leyendas como el propio Federer, el mismísimo Rod Laver o los capitanes Bjorn Borg y John McEnroe, pero es un ganador, y no le gustó haber debutado con derrota, aunque fuera en dobles junto al alemán Alexander Zverev.

Quería venganza personal. La tuvo. Pudo con uno de sus verdugos en la jornada del viernes, el estadounidense Ben Shelton, zurdo de 21 años y nº 17 mundial. Una amenaza seria en pista indoor y sobre una superficie dura más bien rápida. 

Alcaraz venció por 6-4 y 6-4 en 1h.43′ a Shelton, con un recital a la altura del campeón de Roland Garros y Wimbledon de esta temporada. En la Copa Davis tomó los ánimos que se había dejado en la horrorosa gira de Estados Unidos, a la que llegó quemado por el esfuerzo continuado de París, Londres y de nuevo Roland Garros en los Juegos Olímpicos de la capital francesa.

Ha renovado bríos, disfruta de la Laver Cup. «Soy muy feliz de formar parte del equipo europeo», repitió ante una afición rendida a su tenis. Fue tan contundente como brillante. Un show completo porque Shelton contribuyó con su potencia y también apuntándose a las dejadas, los globos o algún que otro impacto por debajo de las piernas. Exhibiéndose impulsados por su competitividad.

Hubo mucha pelea, aunque no se repartan puntos ATP para el ranking. Son de la misma generación, quieren marcar terreno. Y lo hizo Alcaraz, soberbio. Puso contra las cuerdas el saque de Shelton. Restó mucho, cazó 2 de 11 bolas de ‘break’. Se generó muchas posibilidades, tuvo paciencia y constancia para aprovechar dos. Parecería un porcentaje bajo estadísticamente, pero es oro puro contra un adversario como el norteamericano.

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Alcaraz rompió la igualdad ganando el séptimo juego del partido tras diez minutos, seis bolas de ‘break’. Rompió el saque de Shelton, se desató definitivamente. Desplegó un tenis total. Por momentos arrasó a su oponente, incapaz de capear tanto y diverso arte. Y no titubeó en momentos críticos: conservó su servicio todo el encuentro, remontó cuatro bolas de ‘break’, un par antes de que tomara las riendas del choque. 

Un Alcaraz ilusionante para lo mucho que todavía queda, desde la próxima gira asiática a las ATP Finals de Turín y la Final a 8 de la Copa Davis. Da la impresión de que ha recargado las baterías, algo que no acostumbraba a conseguir en los últimos meses de campaña. Aprendiendo a diario, mejorando sin parar. 



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