Moscú lleva tiempo considerándose a sí misma el faro de los valores tradicionales, la «Tercera Roma». Restringió el cambio de sexo legal, lleva años sin celebrar el Día del Orgullo ni nada parecido e incluso prohibió la bandera arcoíris por considerarla de un «movimiento extremista», dejándola, a nivel legal, a la misma altura que la de Estado Islámico. Sin embargo, busca atraer a aquellos europeos y norteamericanos que no están de acuerdo con lo que consideran inapropiado o poco tradicional, como la ideología de género o el apoyo al colectivo LGTBI. Aunque se aprobó el proyecto de ley a mediados de agosto para dar residencia temporal a extranjeros que comulguen con los valores tradicionales rusos, no fue hasta este viernes por la noche que se dio a conocer la lista completa de los 47 países.

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