Antes de morir, Raquel pasó varios días en un zulo que había en su casa en Villalbilla (Madrid). Su marido César, un gurú seguidor de los Hare Krishna que se hacía llamar Ramaathis Mam, está en prisión. El hombre denunció que Raquel había desaparecido el 31 de agosto pero la investigación de la Guardia Civil ha revelado que ella no salió de casa y, muy probablemente, tampoco salió del interior del zulo de dos por dos metros donde fue encontrada muerta el 8 de septiembre.
Una de las principales pruebas contra César, investigado por homicidio o por inducción al suicidio de su mujer, fue la llamada que ella hizo el 1 de agosto al teléfono de emergencias, el 112. En esa comunicación, la voz de Raquel, que se escucha muy suave, casi en un hilo, pide ayuda, dice que cree estar sufriendo un brote psicótico y asegura que no está sola. Luego, la línea se cortó. La investigación ha descubierto que esa llamada se hizo desde la casa familiar en la que solo vivían ella y su marido.
La Guardia Civil ha descubierto otras pruebas al analizar los teléfonos móviles de la mujer y su marido, que recuperaron cuando entraron en la casa, el pasado 8 de septiembre. La más importante hasta el momento, según ha sabido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, que el gurú envió al menos dos mensajes de whatsapp a su mujer cuando ella estaba, supuestamente, desaparecida. Los mensajes, enviados al caer la noche, son similares: «No te olvides de rezar«, «Recuerda tus rezos» y terminan siempre con un mantra de los Hare Krishna.
César Suárez, un hombre nacido en Mieres (Asturias) y cuyo último trabajo conocido fue en un almacén, decía en sus libros, que firmaba como Ramaathis Mam, ser capaz de canalizar energías y recibir mensajes de extraterrestres, entre otras facultades.
No salió de casa
Esos mensajes de móvil también fueron aportados por el marido de Raquel cuando denunció su desaparición, el 4 de septiembre. Eran, se suponía entonces, una prueba de que él no sabía dónde estaba su mujer y también una muestra de que se preocupaba por ella. En realidad, ni Raquel ni su teléfono móvil salieron de la casa familiar, según las investigaciones de la Guardia Civil. Su coche estaba aparcado a menos de 150 metros del domicilio.
La investigación sobre la muerte de Raquel, una mujer de 54 años que era vendedora de seguros y no tenía hijos, continúa. Junto a su cadáver, en ese zulo, los guardias civiles encontraron varios blísters de medicamentos y una bebida, algo parecido a un té, que se está analizando.
La autopsia determinará la causa y la fecha de su muerte. Con los datos que se tienen hasta ahora, su marido habría estado varios días conviviendo con el cadáver y haciendo creer a la Guardia Civil que ella se había ido de casa para ver a su madre.