Aprovechando la efeméride del Día Mundial del Alzheimer, el 21 de septiembre, hemos consultado con profesionales de Quirónsalud para conocer más información sobre la enfermedad.

La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia neurodegenerativa. Se caracteriza por una pérdida neuronal progresiva, que también supone un descenso de las habilidades cognitivas. Solamente en España, 800.000 personas padecen la enfermedad. Además, se prevé que aumente el número de casos, por lo que el sistema sanitario debe estar preparado para afrontar la situación.

Jesús Romero Imbroda, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Málaga, da más información sobre los síntomas de la enfermedad: “el principal síntoma inicial son los fallos de memoria para hechos recientes, que empeoran progresivamente. Además, puede aparecer trastorno del lenguaje, alteración del ánimo, desorientación espacial y temporal, dificultad para realizar tareas habituales, necesidad de ayuda para el autocuidado, alteración de conducta”.

Es una enfermedad compleja, ya que se desconoce cómo se inicia, aunque sí está claro que influye “la edad junto con aspectos genéticos, además de prevalencia de factores de riesgo vasculares, factores medioambientales y relacionados con desarrollo cognitivo previo. En el cerebro se producen alteraciones provocadas por el depósito de proteínas insolubles, que conllevan la muerte neuronal y la neurodegeneración, provocando atrofia cerebral y deterioro de la función cognitiva”, explica Imbroda.

Pero, ¿en qué momento debo empezar a preocuparme? Imbroda aclara lo siguiente, “en ocasiones son los demás los que pueden advertir que nos estamos despistando más de la cuenta, aunque los despistes forman parte de la normalidad, y también aparecen cuando estamos estresados, no descansamos bien o tomamos algunos medicamentos que afectan negativamente a la cognición. Si esos despistes conllevan fallos en las actividades cotidianas (incluso laborales), o aumentan progresivamente, es mejor consultar con Neurología”.

Principales pruebas de diagnóstico

La Doctora Erika Torres, jefa de la Unidad de Neurociencias Avanzadas del Hospital Quirónsalud Torrevieja y Quirónsalud Alicante, aporta información sobre los datos que se obtienen con las pruebas diagnósticas de las que disponemos: “en cuanto a las de medicina nuclear dependiendo de cuál solicitemos, nos informan sobre si hay proteína β-amiloide (Aβ) plegada acumulada en el cerebro de forma anómala, siguiendo un patrón típico de esta enfermedad neurodegenerativa o si hay una menor actividad neuronal en estos territorios. Y la punción lumbar nos demuestra la existencia en nuestro líquido cefalorraquídeo de los biomarcadores de la enfermedad”.

Torres también aclara que no estamos frente a una enfermedad hereditaria en la gran mayoría de los casos, ya que “entre el 0,1% y el 0,5% de los casos se encuentran genéticamente determinados, es decir, una alteración genética concreta es la causa de la enfermedad. Por lo que la enfermedad de Alzheimer genética es minoritaria y rara a nivel poblacional”. También aclara que “hay una ligera mayor incidencia en mujeres que hombres”.

La incidencia anual de la enfermedad en España es de 2-4 casos por cada 1.000 habitantes-año y aumenta según avanza la edad.

Torres también aporta datos estadísticos importantes, “La relación entre edad e incidencia es evidente en todos los estudios realizados. De 60-64 años, la incidencia es de 1-8 casos por cada 1.000 habitantes-año, sin embargo, a partir de 90 años, la incidencia aumenta hasta 60-100 casos por cada 1.000 habitantes-año. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad y otras demencias afectan a 47 millones de personas en todo el mundo, y se prevé que aumente a 75 millones de personas en el 2030 y a 132 millones en 2050. Por otro lado, en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay una prevalencia de unas 800.000 personas y en 2050 se acercará a los dos millones de personas”.

¿Cómo se trata la enfermedad?

El Dr. Ernest Balaguer y el Dr. Joan Izquierdo, neurólogos del Hospital Universitari General de Catalunya explican que es una enfermedad en la que se sigue trabajando de forma continua, ya que desafortunadamente, a día de hoy, no tiene cura: “actualmente no disponemos de una terapia curativa. Hace décadas se iniciaron tratamientos que intentaban proteger a las neuronas de su muerte (neuroprotectores), o que intentaban que estas mejoraran su nivel de neurotransmisores. Todos ellos tenían un efecto finito en el tiempo. En los últimos años, se han iniciado ensayos con nuevas líneas de fármacos, que atacan unas proteínas anómalas que se encuentran en estos pacientes y que se llaman amiloide y tau. Solo uno de ellos se comercializa, actualmente en Estados Unidos y en otros países (no en la Unión Europea), y su efectividad es limitada”.

Son eficaces en la reducción de la proteína amiloide anómala, pero pueden producir inflamación cerebral y requieren controles de resonancia magnética. Los beneficios “ralentizan la progresión clínica en un 37%, pero su aplicación en la vida real es todavía poco conocida, ya que estos resultados se han obtenido mediante ensayos clínicos con poblaciones de pacientes muy seleccionados” en palabras del Dr. Balaguer. Aunque también existen otras ventajas, ya que “han aparecido mejorías en síntomas como los estados de ansiedad o alucinaciones; además de en las respuestas en la evolución del grado de dependencia y la carga que ello implica al cuidador”, según explica el Dr. Izquierdo. Y una clara ventaja es que los tratamientos “tanto por vía oral como por vía transdérmica, son globalmente bien tolerados por los pacientes”, aclara Izquierdo.

Los tratamientos actuales solamente permiten frenar el avance de la enfermedad, por lo que estamos frente a un trabajo en constante desarrollo, y es que “para poder tener una terapia verdaderamente eficaz, debemos aprender mucho más sobre esta enfermedad. Se están realizando ensayos con nuevas terapias antiamiloide, y también otra diana terapéutica que es la proteína TAU. Además, existen otras vías que se enfocan en la neuroprotección, así como el estudio de los factores de riesgo para tener un plan de prevención. Confiamos que durante los próximos años se estreche el cerco a esta temible patología, que tanto afecta a la población mundial”.

La gestión emocional de la enfermedad

Teniendo en cuenta que el Alzheimer es una enfermedad degenerativa, que actualmente no cuenta con un tratamiento curativo, la gestión emocional de los pacientes y los cuidadores adquiere una importancia capital. Explica los efectos que provoca el conocimiento de la enfermedad el Dr. Oriol Franch, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional: “El diagnóstico de enfermedad de Alzheimer causa un impacto considerable porque altera todos los aspectos de la vida del paciente y la de su familia. Aparecen sentimientos de incertidumbre, preocupación o tristeza. Además, van a aparecer progresivas dificultades para llevar a cabo los proyectos personales y/o la actividad profesional. Y conforme avance la enfermedad, el nivel de dependencia se va a hacer progresivamente mayor. Es frecuente que puedan aparecer síntomas de depresión o ansiedad, tanto en el paciente como en los familiares y en los cuidadores. Este aspecto debe ser tendido adecuadamente”.

Según el Dr. Franch, es importante que el médico explique bien a los familiares y los cuidadores que lo que le está ocurriendo al paciente es consecuencia de una enfermedad, “para saber que las alteraciones del cerebro son la causa de los cambios en su comportamiento, de los fallos de memoria, de las preguntas reiteradas, o de no ser consciente de errores cometidos. Ayuda mucho al cuidador saber las dificultades que tiene el paciente para tratarlo correctamente, no corregirle constantemente o evitar mostrar impaciencia”. Del mismo modo, es posible llevar a cabo rutinas para mejorar, “como mantener la casa ordenada con los objetos importantes siempre en el mismo sitio, que el paciente tenga a la vista objetos que puedan ser emocionalmente significativos o apartar objetos peligrosos con los que pueda hacerse daño, que pueden combinarse con rutinas saludables como paseos, buena alimentación, visitas de amigos”.

También puede facilitarse la vida cotidiana con ayudas como “una libreta o notas adhesivas, para apuntar lo que debe recordar, un calendario para apuntar las citas, un brazalete de identificación en caso de que se pierda o necesite ayuda, y otras medidas que ayudan a poder sobrellevar la enfermedad lo mejor posible”.

Igualmente, es posible contar con la ayuda de “las Asociaciones de Pacientes, que son entidades sin ánimo de lucro, formadas por personas físicas o jurídicas que se agrupan, habitualmente, en torno a los problemas derivados de una patología o enfermedad que les afecta. Son un gran apoyo en lo relativo a la información, acompañamiento y apoyo emocional. Habitualmente, las entidades cuentan con asesoramiento médico especializado”.

Algunas de las entidades existentes son:

CEAFA – Confederación Española de Alzheimer, Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, Afadema, Fundación Pascual Maragal, AFARABA, AFAPARLA – Asociación de Enfermos de Alzheimer de Parla, AFADE – Asociación Nacional del Alzheimer y otras demencias, AFAMSO – Asociacion de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias Madrid Suroeste.

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