Barcelona afronta un crecimiento desorbitado de peleas en sus calles, muchas de ellas con concurso de armas blancas. Lo advertía este miércoles el intendente jefe de la Guardia Urbana de la capital catalana, Pedro Velázquez, al cifrar en 5.106 las peleas en las que tuvo que intervenir la policía local durante 2023. Un crecimiento del 143% en tres años, desde las 2.100 peleas registradas en 2020.
De ahí que el alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, haya fijado la lucha contra la proliferación de armas blancas como una de las prioridades de seguridad en Barcelona, en el primer encuentro mantenido con la nueva consejera de Interior, Núria Parlon. Unas prioridades que incluyen la lucha contra la multirreincidencia y los narco-pisos.
Velázquez reconoció que existe una «mayor agresividad en la calle» y relató que esta situación, y el incremento de presencia de estas armas, se ha agravado desde el fin de la pandemia. Respecto a las blancas, el máximo responsable de la policía local señaló que en un 42% de los casos se enmarcan en un contexto de amenaza y también están presentes en el 13% de los robos con intimidación y violencia. Para atacar el problema, la Guardia Urbana ha intensificado su prevención en 82 puntos de riesgo.
El teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, reconocía en la misma comparecencia, solicitada por la oposición municipal, que existe un problema con la presencia de armas blancas, que no es exclusivo de Barcelona. También asumía un incremento objetivo del delito de lesiones. En este contexto, el portavoz de Junts, Jordi Martí Galbis, ha reclamado que la estrategia anunciada por el gobierno local para atajar este problema durante las fiestas de la Mercè se prolongue tras la Fiesta Mayor de la capital catalana, que arranca este fin de semana.
Drogas y conductas imitativas
Velázquez situó el incremento del consumo de drogas y medicamentos y el empeoramiento de la salud mental como algunas de las causas que podrían explicar este incremento de la violencia. En este contexto, el intendente recordó que las armas blancas son fáciles de conseguir y tienen un control «relativo», con una normativa «que no acaba de ser disuasoria«.
El intendente explicó además que el uso de armas blancas que terminan en lesiones se produce en entornos domésticos, también asociadas a situaciones de sinhogarismo, en peleas y en entornos de ocio, a menudo relacionado con el consumo de drogas y alcohol.
La Guardia Urbana también ha detectado comportamientos de imitación en algunos contextos, por ejemplo en el caso de bandas jóvenes «incipientes» que se reflejan en las de otros países. El perfil de la persona que lleva un arma blanca es el de un hombre de entre 16 y 34 años, la mayoría con antecedentes por salud pública o por delitos violentos. Se encuentran especialmente en horario nocturno y en contextos festivos en los que hay concentración de personas.