La siembra de nubes para generar lluvia artificial no es una posibilidad de futuro en Marruecos, sino una realidad del presente. El gobierno del país vecino ha invertido ya casi 15 millones de euros (14,7) entre los años 2021 y 2023 en el programa ‘Al Ghaith’, destinado a este fin, según confirmaba recientemente el ministro del Agua, Nizar Baraka, durante una sesión parlamentaria.
De hecho, hace mucho más tiempo que Marruecos acude a este tipo de experimentación para tratar de mejorar el muy escaso régimen de lluvias que se produce en su geografía. Los científicos creen que con este método se pueden aumentar las precipitaciones entre un 10% y un 15%.
En febrero de 2023, el ministro de Agricultura, Mohammed Sadiki, anunció una nueva inversión de 10 millones de euros para llevar a cabo otros 20 proyectos de siembra de nubes dentro del plan nacional para hacer frente a la sequía del país. Aunque no facilitó plazos concretos ni detalles técnicos de la ejecución de esta nueva fase, el ministro recordó que este sistema ha cosechado éxitos considerables en otros países donde se utiliza.
Posibles consecuencias en España
Sin embargo, varios medios y expertos españoles han alertado de que la continuación e intensificación de estos programas de creación artificial de lluvia en Marruecos puede desencadenar consecuencias adversas en España.
De hecho, el Gobierno español ha reclamado al de Marruecos más información sobre los planes que piensan llevarse a cabo, pues considera que acciones de este tipo debe enmarcarse de acuerdos bilaterales que garanticen los intereses de los dos países para evitar perjuicios indeseados.
Los expertos, que siempre han dudado de la verdadera eficacia de la lluvia artificial, temen que alterar el régimen de lluvias en el Magreb desencadene tormentas eléctricas, pedrisco e incluso tornados al otro lado del Estrecho.
La ingeniería climática, que se usa también en China y otros países asiáticos y árabes, aunque resultados desiguales y poco significativos, ha sido también condenada por la ONU. Un informe emitido tras la cumbre del clima de 2023, afirma que esta manipulación “puede desencadenar una serie de reacciones en cadena con riesgos significativos para los seres humanos, los océanos, la temperatura global y la biodiversidad”.
Según la ONU, “antes de continuar con el desarrollo de estas nuevas tecnologías, es necesario comprender completamente cuáles son sus efectos y sus implicaciones éticas”, y además hay que tener en cuenta “los intereses opuestos de diversas regiones y comunidades”.
La siembra de nubes suele hacerse desde avionetas que liberan a la atmósfera compuestos químicos, como el yoduro de plata o cloruro sódico, que favorecen la creación de nubes y el aumento de precipitaciones.
En la actualidad, según AEMET, nada menos que 50 países de todo el planeta llevan a cabo actividades para la modificación artificial del clima, aunque no todas consisten en aumentar el régimen de precipitaciones, sino también a reducir el tamaño del granizo o dispersar la niebla en zonas concretas.
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