Decía José Saramago durante su discurso de aceptación del premio Nobel que el hombre más sabio que había conocido no sabía leer ni escribir. Era su abuelo. A Fernando Barrio (Las Palmas de Gran Canaria, 1994) le fascinaba ver cada tarde, en un garaje que funcionaba como una herrería en el pueblo de Tenoya (Gran Canaria), a su abuelo solucionar cualquier problema que se le pusiera por delante. Se llamaba Félix y, al igual que el abuelo de Saramago, era analfabeto, pero para Barrio atesoraba una inmensa sabiduría: tan solo con sus manos y su ingenio resolvía todo enigma que se le plantease. Hoy, Barrio, desde un ordenador en Tres Cantos (Madrid), usa sus conocimientos para resolver problemas que contribuyen a mejorar las fabricaciones espaciales de Airbus que observan la Tierra o llevan a los seres humanos a la luna.
Trabaja como ingeniero de industrialización y digitalización y cuenta que su labor «es transversal» en el sector espacial de la multinacional. «Trabajo para todos los proyectos de la empresa, todo lo que sea lograr que se adapte de forma fácil a las necesidades de un mercado cambiante y en crecimiento», agrega. Uno de sus principales proyectos consiste en la digitalización de los procesos de fabricación a través de Dock, una plataforma de innovación que promueve el talento joven. «Por ejemplo, herramientas digitales que facilitan la trazabilidad de algo tan complejo como la fabricación de electrónica para que un satélite sea más eficiente, pero a su vez cumpla todos los requisitos de calidad», ilustra.
Barrio explica que coordina esta labor con las necesidades de la empresa en el ámbito espacial, «como máquinas que puedan mejorar temas de energía, intentando ser más eficientes» y, sobre todo, que mejoren la caildad de los productos. En concreto, uno de los programas se dedica a la observación de la Tierra, que incluye los satélites Sentinel del programa de Observación de la Tierra Copérnico de la Agencia Espacial Europea, que ganó un gran protagonismo en las islas por su contribución al seguimiento del volcán de La Palma.
En este ámbito, detalla que se incluyen otros programas destinados a analizar cambios en los casquetes polares, estudiar la densidad de la nubosidad en distintas regiones o las fotos satelitales que muestran las transformaciones en las mareas. «Airbus aporta mucho en las antenas que hacen mediciones en la superficie de la Tierra», agrega Barrio.
También cita proyectos de exploración humana y científica del sistema solar, «que se mandan para investigar la luna, marte o el espacio profundo», como el Módulo Europeo de Servicio de la nave Orión de la NASA, que llevará astronautas a la Luna. Además, la responsabilidad en la fabricación y la puesta en marcha «del lanzador europeo por antonomasia que ahora es el Ariane 6», así como la mejora de telecomunicaciones civiles.
Para Barrio, trabajar en el sector espacial en Airbus va más allá de ir todos los días a la oficina, cumplir un horario y perseguir los requisitos de cualquier empresa: obtener beneficios al mínimo coste. No siente la apatía al levantarse y repetir sus rutinas porque siente que su labor tiene «un impacto en la sociedad y en la humanidad en general y eso tiene un valor incalculable», porque lo que haga le sobrevivirá en el futuro.
Durante una conversión telefónica, recuerda que su primer contacto con la empresa ya «fue amor a primera vista». Estaba a punto de volver a España tras su periodo de Erasmus en la Universidad Politécnica de Milán, cuando que Airbus ofertaba becas con un plan de formación orientado a la innovación y al desarrollo personal.
«Investigar cómo funcionaba la empresa, me inscribí, hice la entrevista y me cogieron. Recuerdo que aún estaba en Milán y fui a España exclusivamente a hacer esa entrevista», narra Barrio. Y en 2017 comenzó a trabajar en Getafe en el departamento de calidad de Airbus 350. Allí descubrió que la multinacional fomenta y potencia el talento juvenil. «Nos daban muchos cursos aparte del trabajo nominal para que nos desarrolláramos en lo que nos gustaba y en lo que creíamos que podíamos aportar valor. Recuerdo la beca con mucho cariño porque aprendí mucho, no solo de oficio, sino de lo que me gustaba», explica.
Durante ese periodo eligió el ámbito de la digitalización y, cuando finalizó su beca, pudo continuar en el mismo proyecto Airbus 350 de aviación comercial, pero en Hamburgo (Alemania), donde estuvo un año y tres meses. Y cuando regresó a España, su vida laboral tomó un nuevo rumbo. Su jefa en Getafe le sugirió que con su especialización podía encajar mejor en un puesto de mejora de procesos y herramientas en el sector del espacio en Tres Cantos.
«Era algo que había valorado, pero lo veía como algo enigmático», dice, «pero lo hicieron fácil desde el primer momento y me cautivó desde el minuto uno».
Además de despertar esa vocación como «manitas» por su abuelo, recuerda la influencia que también tuvieron sus padres, ambos sanitarios, gracias a quienes pudo hacer sus primeros pinitos con ordenadores en su adolescencia. Barrio tampoco se olvida de los profesores que influenciaron sus elecciones posteriores. Criado en el barrio del Guanarteme, cuando cursó bachillerato en el Instituto homónimo, sus docentes en Matemáticas y Fìsica le despertaron su interés por esta rama.
«Estuve dudando entre Física e Ingeniería y acabé estudiando Ingeniería Mecánica porque era lo que se parecía a lo que mi abuelo me había inspirado», añade. Cuando decidió irse de Erasmus en el último año de carrera en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), un profesor de Mecánica de Fluidos le recomendó la Politécnica de Milán para desarrollar temas de simulación a nivel de fluidos.
«La especialización que más tocaba allí era la de Computación para simulaciones y me dio mucho rodaje. Entendí que me gustaba esa parte, además de la Mecánica», dice Barrio. Además, contaba con un gran sector aeropespacial y descubrió «industrias que ni sabía que existían». Y precisamente de esa curiosidad despertada por su abuelo y potenciada por sus docentes, buscando alguna beca de estudios relacionada con la industria espacial, encontró su camino en Airbus.
Por ahora, tiene claro que quiere seguir especializándose en la digitalización, un ámbito en el que ve bastante potencial para la juventud, y seguir aportando su granito de arena en Airbus. Quizá, cuando adquiera más conocimientos, compagine su trabajo con la divulgación científica como el doctor en Física e ingeniero Javier Santaolalla, de quien se confiesa admirador porque «tiene una forma de pensar que me inspira mucho».
¿Volver a Canarias? «Me gustaría, no me importaría», responde Barrio, que se deshace en elogios sobre las características idóneas y excepcionales idóneas de las islas para desarrollar distintos ámbitos del sector espacial. «Es uno de los lugares de España con mayor espacio aéreo libre, sin ocupación. En Fuerteventura experimentan con satélites de alta altitud. Tenemos el centro espacial de Canarias en Maspalomas, donde se investiga mucho. Además, el orgullo que todo isleño tiene por el Instituto de Astrofísica de Canarias, en La Palma», enumera.
Pero a su vez, considera que «Canarias tiene mucho que aportar, tanto por la geografía que tiene, como por todos los microclimas que existen, incluso para pruebas espaciales, como ya se hizo en Lanzarote. Y creo que merece mucho la pena que Canarias apueste por tener lanzaderas, centros satelitales o de control», concluye Barrio.