A estas alturas, con lo visto y oído hasta ahora, cabe preguntarse qué más hace falta para que Avícola Son Perot arroje la toalla de su proyecto de macrogranja en Son Vanrell y lo deje, cuando menos, en granja compatible con el entorno, los recursos disponibles y el respeto animal. Se saben ya de modo suficiente los rechazos que provoca esta desnaturalizada ciudad de las gallinas en las poblaciones y administraciones locales próximas, en su radio de pestilencia, para decirlo claro, pero una de las dudas que merodeaban en el ambiente era la de la posición de los gremios vinculados a la producción aviar. Ayer quedó clara. PIMEM, Unió de Pagesos y APAEMA etiquetan la propuesta de sobredimensionada, ambientalmente insostenible, desligada por completo de la agricultura de Mallorca y un proyecto meramente industrial en vez de agrícola. Queda dicho. Es como si la familia, los parientes próximos, te repudiaran. Quizás ahora, tras la clarificación, el conseller Simonet pueda desprenderse de la equidistancia.
Se ha llegado a un punto en el que, caso de prosperar, la macrogranja podría ir contra de los intereses comerciales de la propia sociedad promotora porque no hay peor publicidad que la del perjuicio directo a la clientela potencial y el rechazo social. Este partido, en campo contrario, es muy difícil de remontar. n
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