Icónica, discutida, innovadora, controvertida, inmensa, tenebrosa, singular. La Colmena es uno de los edificios más peculiares de Alicante. Por su tamaño, principalmente, y por su forma. Integra ese grupo de superfincas que la ciudad vio nacer hace más de medio siglo: el Gran Sol, el Riscal, la finca Adoc, los Representantes, el edificio Alicante… La Colmena, llamada oficialmente Edificio Cooperativa de Hostelería Felipe Arche, se construyó en San Blas, a diferencia del resto, ubicados en el centro de la ciudad o cerca del mar. Los acabados también fueron diferentes.
El caso es que aquella construcción frente a las vías del tren y cerca del paso a nivel comenzó en octubre de 1967 y siete años después todavía no tenía nadie viviendo dentro. Tal semana como ésta pero de 1974, aún se anunciaba en prensa la constructora, recordando que quedaban las últimas viviendas por venderse. Al edificio todavía le quedaría año y medio para el final de una obra que se encontró varias complicaciones durante el camino.
Aquél fue un proyecto del arquitecto J. A. Jordá, sacado adelante por la cooperativa de hostelería y con la colaboración económica de don José Albert Lledó. En total, 506 viviendas (en un principio iban a ser más) con todas las facilidades: cuatro habitaciones, salón comedor, cocina, baño, aseo, terraza… Decían que sería el edificio más grande de Europa y su gran particularidad era su planta, en forma de Y. Los afortunados con orientación sur tendrían una de las mejores y más despejadas vistas del mar de toda la ciudad. Con multitud de pasillos interminables (que a más de uno inquietaron en la oscuridad) y también de ascensores y escaleras. El edificio se convirtió en una seña inequívoca del barrio de San Blas y también en un ejemplo de evacuación en el caso de una urgencia.
En aquel mes de septiembre, además de los retrasos en la obra de La Colmena, era también noticia el inicio del curso escolar, y con él, la avalancha de solicitudes que recibieron las guarderías. Entonces Alicante solo contaba con cuatro centros, ofrecía 500 plazas y había recibido miles de peticiones. La ciudad tenía la guardería Stella Maris (por Juan XXIII), la de Claudio Reig (de Auxilio Social), la de Cáritas (en las Mil Viviendas) y la de la Junta de Protección de Menores (en Los Ángeles). Normalmente estaban ubicadas en barrios donde las madres también trabajaban, por necesidad, claro. Y eran económicas, o gratis o una pequeña cantidad: 90 pesetas a la semana.
Otro de los temas de aquella semana fue el «palomicidio», así lo nombraban, que se había producido en la plaza de Gabriel Miró, que estaba en obras. Algunos de los vecinos denunciaban que habían sido ahuyentadas «a palos y pedradas». Los obreros que estaban trabajando en la plaza se defendían: «Con el permiso del Ayuntamiento llevamos las palomas al Palmeral». Además, aseguraban que muchos de los vecinos las cogían para llevárselas a casa. El tema estaba candente porque recientemente había tenido lugar una matanza de palomas en Villafranqueza…
Desde Elche llegaba a Alicante la lucha de las trabajadoras. «No cobramos lo mismo que los hombres aun haciendo su trabajo», decían. También lamentaban que no se valoraba lo suficiente su dominio de varios idiomas. Era aquella una época en la que las operarias estaban muy bien cualificadas como oficinistas, para el calzado o el comercio.
Un experto para cazar al puma asesino de perros: «Traedme un bidón con 50 litros de sangre y una jaula, y lo cojo vivo»
En aquellos días cinco alicantinos habían sido seleccionados para el Congreso Internacional de FP Industrial y Artesana, que se celebraba en A Coruña. Francisco Buigues Tro y Leopoldo Año Belda eran delineantes; Francisco Montañés López, fresador; Antonio Ponce Navarro, artesano joyero de la joyería Verdú de Díaz Moreu; y Francisco Raso Serrano era ajustador de la escuela sindical.
Mientras, el tema del final del verano en el norte de la provincia venía siendo el puma asesino de perros, que tenía en jaque a varios municipios. Tras varias semanas sin dar caza al animal que pululaba a sus anchas en pueblos como Callosa, en aquellos días de septiembre de 1974 llegó un experto que dijo: «Traedme un bidón de 50 litros de sangre y una jaula y lo cojo vivo». ¿Fanfarronada o realidad?
Mientras, en Tángel se construía un conjunto turístico residencial llamado La Huerta. Aquello era el resultado de la ambición de varios hombres de negocios y el complejo tendría un restaurante, una zona deportiva, calles asfaltadas, parcelas para hacer chalets…
En el plano lúdico, Mutxamel disfrutaba de sus Moros y Cristianos, el Elche ganaba 1-0 al Atlético de Madrid y la banda cómica de música Los Claveles estaba de aniversario y disfrutaba de un gran éxito fuera de la provincia.