Alcanzaron notoriedad o relevancia, a lo largo de la historia, en esta tierra de llanura sin sombras y pequeña montaña, de estíos asfixiantes e inviernos heladores. También olvidada, incluso maltratada. Venían de lejos, casi siempre convocados por el destino. Por lo general, no se trataba de una elección, sino de una imposición. Algo, más o menos, inexcusable. Y no parece inútil recordarlo (y evocarlos) en este 11 (onze) de septiembre (setembre), cuando tanto se habla de pactos y cupos, de conciertos y soberanía fiscal.
La presencia de catalanes en la historia de Zamora no es abundante en volumen, pero si resulta notable en su significación, pues se trata de figuras relevantes en su ámbito (ya fuera por el cargo que ocuparon, que derivaba en representatividad, o ya fuera por su destacada personalidad) que se asentaron en la ciudad y ofrecieron su aportación, intelectual o espiritual, artística o comunicadora, de gobierno o de gestión. Y eso ocurrió desde el siglo XII, con el noble Poncio de Cabrera, hasta anteayer, con la presencia de alto clero (obispos), arquitectos, profesionales de las Bellas Artes, comunicadores o representantes políticos.
HUELLAS DE ZAMORA EN CATALUÑA
¿Huellas de Zamora en Cataluña? Solo hay que ir a los museos Diocesano de Gerona y Marés de Barcelona. El llamado ‘Beato de Gerona’, por el lugar donde se encuentra, procede del scriptorium del monasterio de San Salvador, de Tábara. Es obra de Senior (escriba), la monja Ende y Emeterius (iluminadores), gentes de la Meseta. Fue concluido en el año 975, y los artífices se dejaron la salud en el esfuerzo a causa de las duras condiciones del trabajo. Permanece en la Catedral gerundense desde 1078. Se desconoce cómo fue a parar allí. En el segundo caso, el Marés guarda 8 obras, datadas entre los siglos XII y XVII, procedentes de Zamora, Toro, Tagarabuena y San Cristóbal de Entreviñas… Arte viajero. La huella humana está representada ampliamente en los zamoranos que cerraron las puertas de sus casas y, sin mirar hacia atrás (porque se les nublaría la vista), emigraron a mediados de la pasada centuria a Cataluña, en busca de trabajo, de una tarea sin aperos de labranza y rezos por la salvación de la cosecha, y se asentaron en los barrios marginales. El vaciamiento provincial comenzó a acentuarse en aquellos días de despedidas y renuncias. A veces recordar algunos episodios del pasado no es un acto decadente, nostálgico o de ensimismamiento, sino un acto de reconocimiento, incluso de justicia. Eso piensan algunos de los que trancaron las cancelas de sus casas paternas, pobres de riqueza pero ricas de recuerdos.
El primero, Ponce de Cabrera
Por edad y gobierno, además de relieve histórico, Ponce de Cabrera (hacia 1110-1162) aparece en primer lugar. Fue vizconde de Gerona y de Ager. Era hijo de Gerau II de Gerona y de Elvira, de origen leonés. Desempeñó el cargo de mayordomo real de Alfonso VII de León, entre los años 1142 y 1157. Intervino en los asuntos del viejo reino, siempre al servicio del monarca. Este le otorgó, en distintas etapas, la tenencia de Zamora, Sanabria, Morales, Castrotorafe, Villalpando, Toro y Benavente. Y le donó los lugares de Moreruela, San Pedro de Ceque, Manganeses de la Lampreana, Villarrín de Campos, Trefacio y Galende, según Flocel Sabaté, historiador (medievalista) y catedrático de la universidad de Lérida. No cabe duda: campeó victoriosamente…y agrandó su patrimonio. También ocupó la mayordomía de Fernando II, de 1159 a 1162. Personaje influyente en la Corte castellana, con funciones y cometidos de gobierno, tanto de carácter civil como militar o guerrero, acompañó a Alfonso VII (éste le nombró conde en 1142) en sus principales actos. Algunas fuentes consideran que contribuyó a la financiación de las obras de la catedral de Zamora. Una escultura, del siglo XV, lo presenta orante y arrodillado, con el yelmo en el suelo, en una columna (lado del Evangelio) del arco que permite el acceso a la capilla mayor de la seo zamorana.
Alto y ¿bajo? clero
El sector del alto clero se halla bien representado numéricamente en esa presencia. La diócesis de Zamora ha sido regida pastoralmente, en distintas etapas, por cuatro obispos de naturaleza catalana. El periodo de Jaime de Cortada y Bru fue breve. Su estancia duró un año y cinco meses (1752-1753). Su huella, inevitablemente, es leve. Jaime Font Andreupermaneció en Zamora de 1944 a 1950. El de Vich, nombrado después prelado de San Sebastián, añoró los días vividos en la capital del Duero. Ramón Buxarrais Ventura residió desde octubre de 1971 hasta principios de junio de 1973. Trajo otro aire a la diócesis, y encontró resistencias en algunos sectores del clero, la feligresía y la prensa local. Antonio Briva Mirabent, obispo de Astorga nacido en Sitges, sucedió a Buxarrais como administrador apostólico. Procuró apaciguar los ánimos clericales en el periodo comprendido entre 1973 y 1976. Algunos eclesiásticos no vinieron por voluntad propia. Zamora, por mandato de Franco, dispuso de la única cárcel de curas existente en el mundo (en realidad, un pabellón o módulo de la prisión provincial), de 1968 a 1976.
Algo más de medio centenar de religiosos, en su mayoría vascos, ocuparon celdas de la denominada “cárcel concordataria”, situada en la carretera de Almaraz. Entre los catalanes se hallaban Eduard Fornés Gili, Luis María Xirinachs (éste, el más mediático, por un breve periodo, a pesar de su huelga de hambre) y Francesc Botey. También había madrileños, gallegos, aragoneses, castellanos nuevos… Los curas y frailes protagonizaron un motín con ejercicio de violencia como protesta por su situación (ni el altar de la capilla se libró de la destrucción) y un intento de fuga. La mayoría colgó la sotana con el advenimiento de la democracia.
De Ferriols a Planells
Figura importante en el urbanismo zamorano de los principios del siglo XX es Francesc Ferriol, nacido en Barcelona. Trabajó, como arquitecto del Consistorio y en el ejercicio libre de la profesión, de 1907 a 1916. Trajo el modernismo a Zamora. Su obra está ahí, reflejada en el antiguo Matadero Municipal (1909) y el inicial Teatro Ramos Carrión (1912), así como en el edificio de V. Matilla (calle de santa Clara, número 31) y en otras viviendas situadas en las plazas del Mercado y Sagasta, en Balborraz y Quebrantahuesos… No falta quien dice que el catalán no conectó con la sociedad local. Pudiera ser.
Antes de eso, Martín Pastells y Papell (Figueras, 1856-Canillejas, 1926), también arquitecto municipal en Zamora, de 1886 a 1889, diseñó la plaza de Toros en 1888. Asimismo, participó en la remodelación de la escalinata de la Puerta del Obispo de la Seo zamorana. Y el pintor Ramón Padró (Barcelona, 1848-Madrid, 1915) es el autor de los lienzos decorativos del Salón de Plenos del antiguo Palacio Provincial, ubicado en la calle Ramos Carrión. Existe una relación entre arquitectura y arte, y ambas con la representación estéticade la religión. Su intensidad viene determinada por variadas circunstancias. A veces se produce una interrelación.
Ángel Marcé, escultor (Barcelona, 1850-¿…?) es el autor de ”La Magdalena”, imagen de vestidor que inicialmente satisfizo poco a la cofradía del Santo Entierro. que desfila el Viernes. ¿Por qué se le encargó la obra? A ciencia cierta, se desconoce. Jesús Masana Monistirol, licenciado en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona con el mejor expediente académico y doctor con su tesis “El rostro en el románico”, fue catedrático de dibujo. Es pintor (acuarela, óleo, mural, retablo, mosaico; paisaje, retrato, bodegón) que prefiere el impresionismo sobre otras formas. Compaginó la docencia en el instituto “María de Molina” con la creación artística. En pocas pinceladas, la vida es una mezcla de colores. Celestino Roig nació en Anglés (Gerona), en 1916. Un Consejo de Guerra Sumarísimo le condenó a 3 años de prisión menor por combatir en el ejército republicano en la Guerra Civil, según un informe existente en el Centro Documental de la Memoria Histórica. Así, recaló en Zamora, donde trabajó como profesor de escultura (modelado). Presentó la maqueta de un paso para la cofradía de Jesús en su Entrada en Jerusalem, integrado por ocho figuras, que gustó. Pero el proyecto fue asignado a Florentino Trapero. Realizó algunas imágenes de culto (iglesia de San Vicente). Se casó con una zamorana y, después, emigró a Brasil en 1952, donde ejerció la docencia y abrió un taller. Realizó obras para distintas instituciones. Falleció en 1986. La política, tan omnipresente en la vida social, a veces invasiva, no se mostró ajena a esa presencia.
Así, un catalán ejerció de poncio en Zamora. Víctor Hellín Sol (Lérida, 1913-Valencia, 2014), que estuvo preso desde el verano de 1936 hasta enero de 1939, cuando escapó de la cárcel. Perito mercantil y católico, ocupó muchos cargos en el régimen de Franco en su tierra ilerdense. Fue gobernador civil de Zamora en los años 1961 y 1962. Recibió el nombramiento de Hijo Adoptivo de la ciudad y de la provincia en noviembre de 1953. Posteriormente ocupó igual cargo en otras provincias. Las referencias vienen a decir que se trataba de un hombre serio, aunque cercano a la realidad de los humildes. Del noreste, también, Vicente Planells (Ibiza, 1919-Zamora, 1980). A corta edad, su familia se trasladó a Barcelona. Y catalán era su sentimiento. Vivió la guerra civil en la zona republicana. Llegó a Zamora al término de la contienda fratricida para cumplir el servicio militar, que realizó en el llamado Cuartel Viejo (se hallaba situado en el actual Complejo Viriato). Pronto ingresó en Radio Zamora (EAJ 72), donde trabajó una treintena de años. Locutor de peculiar voz, hizo de todo: programas informativos, de entretenimiento, deportivos. Con retransmisiones de diverso tipo: políticas, musicales, ‘semanasanteras’. Escribió editoriales, realizó entrevistas, efectuó reportajes en variados ámbitos. Es historia de la Radio en Zamora. Hombre cordial, ha sido el locutor que alcanzó mayor popularidad en las ondas locales, según veteranos informantes.
En la memoria
Catalanes en la historia y, en algún caso, en la memoria de Zamora. Al menos, en la memoria oficial del callejero (ahí está Ponce de Cabrera, vía que mira a La Marina), que ya es reconocimiento. Existió una intercomunicación, incluso mercantil, a mediados del pasado siglo (en la actualidad es de comercialización agrícola), aunque a veces no faltasen las diferencias. Porque, amigo, la pela es la pela. Lo “identitario” no se interponía como barrera. La sentimentalidad no tenía la fuerte carga, o se expresaba de otra manera, de estos días. Los tiempos históricos, es sabido, poseen sus características distintivas, que singularizan. Hubo, resulta evidente, un itinerario de ida y vuelta. Además, no fueron pocos los zamoranos que, en busca de superior bienestar, emigraron a Cataluña en el transcurso de la centuria pasada. Eso también es una forma de construir puentes, pues conocer mejor ayuda a comprender más cabalmente al otro. En la memoria del callejero, asimismo, tres capitales catalanas (Barcelona, Lérida y Tarragona) se encuentran representadas.