La inflación sigue entorpeciendo nuestro día a día. Los alquileres, la cesta de la compra, la gasolina, el ocio… Todo se está encareciendo a pasos agigantados mientras los trabajadores no ven ese crecimiento acorde en sus nóminas. Así, cualquier visita a incluso el tradicional bar de la esquina se convierte en un nervioso episodio de incertidumbre al desconocer qué dígitos apareceran en la cuenta.

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