Mohamed y su familia viven bajo un techo de lona. Han juntado varias tiendas de campaña para lograr tener un pequeño salón independiente de la habitación, la segunda tienda está llena de todo los muebles y objetos que pudieron recuperar sepultados entre los escombros de su casa y que esperan volver a llenar su hogar. Viven en un descampado a las afueras del pueblo de Asni, en el Atlas marroquí, una de las zonas devastadas por el terremoto que hace un año golpeó la región. “En verano hace mucho calor, es como estar en el hammam (baño marroquí)”, bromea su mujer mientras desayuna con su hijo. Mohamed se ganaba la vida vendiendo minerales a los turistas que visitan la región, pero tras el seísmo, no se ha querido separar de su familia hasta que terminen su nueva vivienda. Ya han construido los pilares, pero hace tres meses que esperan las ayudas para poder continuar. Su vida, como la de tantas familias afectadas por el terremoto, se ha convertido en una espera constante para poder volver a empezar. Para retomar lo que hasta hace un año era su vida. 

Fuente