En la era digital, los narcotraficantes ya no esconden su fortuna en bidones enterrados bajo tierra, como hiciera en su día Pablo Escobar. Tampoco coordinan sus operaciones, si son lo suficientemente inteligentes, mediante llamadas ni mensajes de WhatsApp. En plena ola de la revolución ‘cripto’, prácticamente todos sus movimientos se cifran en la red a través de sofisticadas divisas virtuales y aplicaciones de mensajería que, hasta hace bien poco, parecían prácticamente inexpugnables a ojos de la justicia.

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