La guerra en Gaza no tiene visos de solución inminente. Once meses después de que Hamás la pusiera en marcha con su letal incursión del 7 de octubre en el sur de Israel, su final sigue sin vislumbrarse. Ni las prisas de la Casa Blanca para darle carpetazo antes de las presidenciales de noviembre, ni la desesperación de un sector creciente de la sociedad israelí por recuperar a sus rehenes o la asfixia de los palestinos que sobreviven a la matanza en condiciones dantescas están bastando para alcanzar un acuerdo definitivo para el fin de las hostilidades. También los mediadores están hartos de darse cabezazos contra la pared y amenazan con claudicar. En los próximos días se espera que estadounidenses, egipcios y qataríes presenten su propuesta “final”. De no haber acuerdo, sugieren, abandonarán la mediación.

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