En el País Vasco hay preocupación. Las ondas sísmicas del terremoto catalán de este verano han llegado hasta el golfo de Vizcaya. El bochorno causado por los Mossos d’Esquadra, incapaces de cumplir una orden de detención dictada por los jueces, ha sido muy comentado en la policía vasca. Los ertzainas lucharon contra ETA con alto coste en vidas personales, pero no es cosa del pasado porque siguen sufriendo el acoso en muchas localidades cada vez que llegan las fiestas de verano. Tampoco puede olvidarse que evitaron -destapando el caso Retolaza- las pretensiones del PNV de convertir la Ertzaintza en una suerte de policía de partido. Y es que el espectáculo de la vuelta de Carles Puigdemont en Barcelona solo ha sido posible gracias a una policía que parece que responde más a Junts que a las leyes. Costará mucho tiempo recuperar el prestigio y acallar las voces que demandan una vuelta atrás de la cesión de una competencia tan sensible como la seguridad. Tanto sufrimiento de los agentes vascos para nada.

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