El colegio Madre Josefa Campos de Alaquàs ha aplicado un despido disciplinario a F.M, el profesor denunciado por cinco alumnos por supuertamente someterles a terapias de conversión sexual y darles pastillas «para curar la homosexualidad». El docente ya no volverá a dar clase en el centro.
Así lo han confirmado de fuentes cercanas al colegio, que explican que las pruebas recopiladas por la inspección educativa y los testimonios de los estudiantes fueron clave para tomar la decisión lo más rápido posible.
F.M, además de trabajar en el colegio, era uno de los fundadores del Centro de Orientación Familiar (COF) Mater Misericordiae, una agrupación de fieles vinculada de forma no oficial al arzobispado de València. Varios testimonios que ha recopilado este diario apuntan a que Federico usaba este espacio para realizar sus terapias de conversión de la homosexualidad durante años. Oficialmente, este lugar tuvo 350 pacientes durante diez años, pero extraoficialmente varias víctimas apuntan a que pueden ser muchas más.
Uno de los testimonios, incluso señala a varios párrocos por derivar a jóvenes homosexuales a ese centro desde el confesionario, colaborando presuntamente con el docente denunciado. Según ha podido saber este periódico, el arzobispado también ha tomado medidas y ha prohibido a F.M volver al Mater Misericordiae.
El profesor, que ya está desligado del colegio, tiene abierta una investigación penal por la Fiscalía de delitos de odio desde el pasado mes de julio, después de que Levante-EMV publicara en exclusiva los testimonios de los jóvenes sometidos a terapias de conversión de la homosexualidad.
¿A ti te gustan los chicos?
Los jóvenes narran como este docente realizaba preguntas sobre su sexualidad a sus alumnos, siempre a solas y en lugares poco transitados del centro escolar. Uno de los testimonios, que es muy reciente, explica cómo el profesor llegó a ofrecerle pastillas para «curar la homosexualidad».
Los testimonios -que prefieren mantenerse anónimos- narran cómo el docente les provocó una represión sexual y personal que se extendió durante toda su adolescencia. El docente escogía a sus alumnos en primero de la ESO para realizar estas terapias: «Tenía 11 años y no sabía pedir ayuda. Sentía vergüenza de mi sexualidad y acabé odiándome a mí mismo», narra Hugo, uno de los jóvenes.
«Tenía pesadillas todos los días durante una época». «Me temblaban las piernas cuando iba por los pasillos solo por el miedo a cruzármelo». «Me encerré en el armario y no le conté nada a nadie, me empecé a preguntar qué había hecho yo mal…». «Fue muy traumático», explican las víctimas. Los testimonios de estudiantes recogidos por este diario se remontan desde casos muy recientes a otros que tienen casi una década.
Mater Misericordiae
El profesor denunciado por las terapias también tenía un centro, llamado Mater Misericordiae, donde ha tratado a 350 personas en València durante diez años. Se trata de un Centro de Orientación Familiar (COF) ligado al arzobispado de València, y cuyo consejero es Juan Andrés Talens, director del Secretariado para la Defensa de la Vida del Arzobispado.
El docente trataba de convencer a los estudiantes que captaba de que visitaran este centro en València. La entidad se define como «un hospital de campaña que acoge y acompaña los sufrimientos de muchas personas». El centro tiene un equipo de 15 profesionales (todos ellos voluntarios), que comandaba este docente.
F.M promociona el itinerario de una agrupación de fe vinculada a la Iglesia católica (aunque no reconocida oficialmente) llamada “Es Posible la Esperanza” (EPE). Esta organización predica abiertamente con las terapias de reconversión y afirma que se puede “curar la homosexualidad” según denuncia el abogado Saúl Castro, autor del libro “Ni enfermos ni pecadores: la violencia silenciada de las terapias de conversión en España”.
Las terapias
F., según cuentan las víctimas, era un profesor cercano que se mostraba confiable con sus alumnos, y aprovechaba las tutorías para realizar estos interrogatorios. «‘Pero tú de mayor quieres tener novia, ¿verdad? Yo asentí inundado de miedo», explica Hugo, una de las víctimas.
En el caso de contestar «no», se iniciaba un proceso «pensado para transformar o eliminar la identidad de género y orientación sexual de la víctima», critica. Tras esas preguntas, F.M solía explicar «cómo Jesucristo no aceptaba la homosexualidad» y también realizaba al alumno actividades con estos fines: «charlas semanales sobre la ‘masculinidad correcta’ y los traumas infantiles que ocasionaban tu ‘desvío’, power points y libros de ejercicios en los que se apoyaba e incluso recetas de medicamentos para tratar el problema de la víctima». Todo esto coincide en varios testimonios de exalumnos de distintos años recopilados por este diario. Las prácticas eran en privado y sin el permiso de los padres, y las víctimas afirman que F. continuaba realizándolas en la actualidad.
Hugo sigue, a día de hoy, en terapia psicológica por los daños que le provocó aquello. «Tenía 11 años, el miedo se apoderó de mí y no teníamos educación sexual. No sabía cómo pedir ayuda. Por eso la solución que pensé fue ocultar lo que me había pasado durante toda mi adolescencia. Sentía vergüenza de mi sexualidad y terminé odiándome a mi mismo», recuerda.
«Me metió en una clase y me dijo ‘lee la primera página de esto por favor’. Era un fragmento de un libro sobre terapias de reconversión en un power point. Le pregunté qué era eso y me contestó que ‘un medicamento para la gente como yo. Después intentó darme unas pastillas, no sé qué eran. En ese momento me levanté y me fui de clase», cuenta una víctima reciente.
«Él nunca dice la palabra gay ni homosexual en sus terapias. Nos dice ‘sensibles’. Pues yo sí se lo digo: soy gay. Soy homosexual y no he vivido mejor vida que ahora, cuando por fin me acepto. Ojalá él lea esto, porque queremos que lo sepa. Soy gay y soy muy feliz«, cuenta uno de los chicos, que aún prefiere mantenerse anónimo.