Estimados lectores: ¿Existen muchos que, conociendo la mar y sabiendo navegar, puedan certificar que los cayucos de unos 10 o 12 metros de eslora y 4 de manga, procedentes de Senegal o Mauritania, con unas 150 personas a bordo, pueden alcanzar la isla de El Hierro sin ninguna ayuda exterior?

¿Caben en un cayuco de esas dimensiones tal cantidad de gente, más el gasoil, más los alimentos, más el agua potable, más las mochilas, etc., etc.? ¿Van todos sentados en las pocas bancadas o se alternan, sentándose en la borda del cayuco? ¿Duermen a bordo o están despiertos las ocho o diez singladuras que dura la navegación? ¿Hacen sus necesidades en el mismo lugar en que se encuentran o prefieren buscar el sotavento? ¿Cada cuánto tiempo rellenan el motor del cayuco? ¿Navegan mirando de noche a la estrella Polar o alguno de ellos tiene los conocimientos marineros suficientes como para navegar por altamar o costeando?

Muchas más preguntas podrían hacerse para que contestaran los individuos que creen que los cayucos arriban al puerto de El Hierro por sus propios medios. Y los individuos que así lo creen, incluidos los marinos de guerra y mercantes, por supuesto, podrían salir a la mar desde aquellos puertos africanos, sin ninguna ayuda a la navegación, y probar la suerte que iban a correr.

En fin, una vez que he descargado todos mis pensamientos sobre la arribada de inmigrantes a la isla de El Hierro, comienzo a escribir nuevamente sobre las tácticas que podrían llevarse a cabo para evitar que los cayucos procedentes del África occidental llegasen a dicha isla. Otro día trataré de razonar sobre las técnicas oportunas para evitar la entrada de inmigrantes en Ceuta y Melilla.

Las costas del sur de Europa están totalmente abiertas a la inmigración, principalmente por la pérdida de control en el amplio mar Mediterráneo y el inmenso océano Atlántico. Y esta pérdida de control hace que cada día se vean más personas tratando de alcanzar las “tierras prometidas”, favoreciendo a la industria de la inmigración ilegal, que se ha convertido en un negocio fabuloso.

Hagamos un poco de Historia: En el año 2.005 cerca de un millar de inmigrantes pretendieron, y muchos de ellos lo consiguieron, entrar en Ceuta y Melilla saltando las vallas que protegían la frontera. En el 2.006 se produjo la llamada “Crisis de los cayucos”, denominada así por la llegada a Canarias de cerca de 35.000 inmigrantes irregulares procedentes de Senegal.

Estos dos desgraciados sucesos fueron motivo de un cambio en la gestión política del Gobierno y el entonces presidente Zapatero inició unos acuerdos bilaterales con dos países africanos: Mauritania y Senegal. Con el primero de ellos se firmó  la llamada Operación Cabo Blanco, por la que se dotaba a la Gendarmería de cuatro patrulleras, formando a sus dotaciones para su utilización conjunta y evitando con ello la salida de embarcaciones y la detención de las que comenzaban a navegar con rumbo a las islas Canarias. A éstas se les devolvía a Mauritania, aunque los inmigrantes procedieran de otros países africanos. Un Tratado similar se firmó en Senegal, con unos acuerdos idénticos.

Y poco a poco, a lo largo de los años siguientes se fueron creando para el África occidental otra serie de proyectos, canalizados por el ministerio del Interior, en los que la Guardia Civil era la que se encargaba de la gestión operativa, tratando, por vía marítima, de controlar la inmigración en sus orígenes, a lo que se le llamó la “externalización” de la frontera marítima española. También operó en aquellas aguas la Policía Nacional con un helicóptero basado en la base aérea francesa situada en Dakar (Senegal) para vigilar sus costas, en un dispositivo liderado por FRONTEX.

Según información de INFOBAE, actualmente hay casi un centenar de agentes, entre los de la Policía Nacional y los de la Guardia Civil, en Mauritania, Senegal y Gambia, repartidos de la siguiente forma: “ (…) en Mauritania se encuentran desplegados actualmente 43 efectivos policiales, entre los que destacan seis agentes de la Policía Nacional que conforman un Equipo Conjunto de Investigación y otros tres agentes integrantes de un equipo POC (Partenariado Operativo Conjunto) de la UE…. Por parte de la Guardia Civil, son 34 los efectivos, que incluyen dos oficiales de enlace y los integrantes de los destacamentos aéreos, marítimos y terrestres de Nouakchott y Nouadhibou. La Guardia Civil opera en Mauritania con dos patrulleras, un helicóptero y 14 vehículos todoterreno, periódicamente reforzados con un avión de vigilancia y un buque oceánico, de acuerdo a los datos facilitados por el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska. En Senegal hay desplegados otros 40 efectivos en total, con un destacamento aéreo formado por tres agentes de la Policía Nacional que opera con un helicóptero. Además, hay tres oficiales de enlace con las autoridades policiales senegalesas y con FRONTEX encuadrados en un proyecto de cooperación policial UE-Senegal. La Guardia Civil tiene otros 34 efectivos encuadrados en diferentes destacamentos terrestres y marítimos en Senegal que operan cuatro patrulleras y 13 vehículos todoterreno que, al igual que en Mauritania, cuentan con el refuerzo periódico de un avión de vigilancia y un buque oceánico. Por último, el ministerio del Interior tiene en Gambia diez efectivos, de los que cuatro son de la Policía Nacional integrantes de un Equipo POC de la UE. Los otros seis agentes de la Guardia Civil son integrantes de un destacamento en Banjul, que opera una embarcación semirrígida y un vehículo todoterreno (…)”.

Pero esto no es el principal motivo de este artículo, aunque tengo que decir, a la vista de los inmigrantes que actualmente arriban a El Hierro, que poco es lo que pueden hacer en una costa tan inhóspita, a pesar del digno trabajo que siempre realiza la Policía Nacional y la Guardia Civil. Para las organizaciones criminales, las inmigraciones desde aquellas tierras son la fuente de un fabuloso negocio al que no están dispuestos a renunciar.

Primeramente, veamos el motivo por los que yo creo que ya no llegan a Italia los inmigrantes que hasta hace poco estaban haciéndolo en inmenso número. Muy sencillo, porque la primera ministro de Italia declaró con toda su fuerza que: “Los ciudadanos nos han pedido que defendamos las fronteras italianas y este Gobierno no traicionará la palabra dada en materia de seguridad y lucha contra la inmigración ilegal”. También declaró, en la cumbre internacional de Roma sobre la crisis migratoria, que: “La migración irregular masiva perjudica a todos, excepto a las organizaciones criminales, que usan su fuerza en la piel de los más frágiles (…) necesitamos un compromiso común y más colaboración para combatir la red de traficantes”.

Dicho y hecho. La presidenta de la Comisión Europea visitó Lampedusa y allí comenzaron a fraguarse las decisiones que hicieron cambiar de rumbo a los inmigrantes para arribar a las costas desde las cuales es mucho más fácil entrar en Europa: “Debemos unir fuerzas, desmantelar el modelo de negocio cruel e ilegal de delincuentes y aumentar la concienciación sobre las mentiras que los traficantes difunden (…) en última instancia, lo más conveniente para los intereses de Italia y el resto de los países de la UE pasa por algo (… ) que se apoye en la disuasión como herramienta principal. Así se ayudaría a reducir la presión sobre Italia, descendiendo el número de migrantes en situación irregular, pero, sobre todo, tendría el propósito de disuadir a los responsables de estas tragedias y hacerles ver que el coste de llevar a cabo tales acciones puede resultarles más perjudicial de lo que están dispuestos a asumir. Al final del día, ese es el objetivo último de la disuasión, hacer ver a tu enemigo que el potencial beneficio que pueda obtener con sus acciones no superará los costes derivados de ellas”.

Queda claro, por tanto, que Meloni, con sus declaraciones y decisiones tan contundentes, forzó a la UE a desarrollar nuevos planes en un breve periodo de tiempo.

Meloni tuvo, a mi entender, “Voluntad de Vencer”, que es el primer principio estratégico de la Guerra.

Pensemos ahora cuál podría ser el plan o planes del Gobierno español para suprimir, de una vez por todas, las continuas arribadas de inmigrantes a la isla de El Hierro. Debería, o deberían, apoyarse en la disuasión como herramienta principal, consiguiendo de esta forma convencer “(…) a los responsables de estas llegadas masivas a dicha isla que el coste de llevar a cabo tales acciones pudiera resultarles más perjudicial de lo que están dispuestos a asumir (…)” (de acuerdo con las palabras de Ursula Von der Leyen).

Primeramente, y de acuerdo con uno de mis artículos escritos en días pasados, la “voluntad de vencer” tiene que estar basada en Leyes emitidas. Por ello, es necesario que el Gobierno español promulgue, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y otras normas del Derecho Internacional, las Leyes y Reglamentos relativos al paso inocente de los buques “nodrizas”.

Nuevamente tengo que comentar que una buena vigilancia en el mar territorial de la isla de El Hierro, zona contigua y zona económica exclusiva por parte de los miembros de la Guardia Civil, apoyados por los aviones de patrulla marítima o incluso por los aviones de la misma Guardia Civil, los CASA CN-235, dedicados a la vigilancia marítima, serviría para interceptar a las embarcaciones que transportan a los inmigrantes y detener a sus patrones o capitanes para ser juzgados en España. Cuando esta táctica se realice con varios buques “nodrizas” y los patrones y capitanes vayan a dormir por una temporada a las cárceles españolas, no habrá persona que quiera correr el riesgo y, por lo tanto, las arribadas a El Hierro se habrán acabado.

Como conclusión, si el Gobierno de España tuviera “voluntad de vencer”, podría elaborar, proponer y promulgar una Ley relativa al paso inocente de los buques por su mar territorial y zona contigua, ampliándola para la Zona Económica Exclusiva, y dar las órdenes necesarias a la Guardia Civil para cumplimentarla en la mar.

Capitán de Navío Miguel Ángel Garat Ojeda (Retirado)

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