Vinicius Jr., jugador del Real Madrid e internacional con Brasil, es una voz autorizada para las denuncias de racismo. Él ha sufrido en sus carnes episodios de discriminación. Desde su influencia aprovecha las entrevistas con medios internacionales para denunciar la xenofobia en el deporte. «Si antes de 2030 no evoluciona con el racismo, habría que cambiar de lugar el Mundial«, dijo a la CNN, una intervención polémica que focaliza en España un problema que es global y que también afecta a su país.
Así lo confirma el último informe del Observatório da Discriminação Racial no Futebol de Brasil, que en su último informe documentó 233 casos de discriminación frente a los 158 de la edición previa. «Quiero hacer todo para que las cosas puedan cambiar. La mayoría de las personas aquí en España no son racistas, pero tienen un grupo pequeño que afecta a la imagen de un país en el que se vive bien. Hasta 2030 hay tiempo para reducir estos casos», añadió Vinicius, quien no generalizó el problema a toda la población.
«El falso mito de la democracia racial de Brasil»
Para los investigadores y activistas antirracistas, mientras existan incidentes el problema prevalece. «Los estadios e Internet son tribunas desde la que se siembra odio y violencia contra deportistas, dirigentes o aficionados. En Brasil se ha derrumbado el antiguo mito de la democracia racial que veía en el fútbol un falso ejemplo de cómo las diversas razas conviven en armonía. Una distorsión que se produce por la fotografía de la selección brasileña, que nos hace creer que atletas negros y los que no son negros, así como sus hinchadas, se mezclan sin conflicto en los campos del país«, apunta el Informe Anual de Discriminación relativo a 2022, el último año del que se tienen datos consolidados.
Fue un año récord de incidentes, con el regreso de las aficiones en toda su esencia tras la pandemia. No resultó un aumento anecdótico, como expresa el observatorio brasileño. De enero a agosto de 2023, la entidad registró otro avance del 50% de casos en las competiciones de la Conmebol, es decir, las que se disputan en Sudamérica, con respecto a todo el año anterior. Cuando estén consolidados los datos de 2023 volverán a marcar otro tope en la discriminación en el sur del continente.
Si este miércoles la Fiscalía de Madrid denunciaba insultos racistas contra Nico Williams en el Metropolitano. A la par el Atlético Mineiro denunciaba a su propia afición por cánticos homófobos contra Fábio, el portero del Fluminense. «Pedimos a nuestra hinchada que entienda la importancia de no entonar proclamas de este tipo. Además de inaceptables, esto puede generar castigos contra el club. En el equipo de todos no hay lugar para ningún tipo de discriminación», defendió en un comunicado la entidad que se ha visto sacudida por más incidentes en los últimos tiempos.
Casos de racismo cruzado en la Copa Libertadores
El ‘Galo’, nombre popular del club del que han salido jugadores como Ronaldinho, logró hace unos días al fin identificar al seguidor de su equipo que hizo gestos de mono contra la afición de San Lorenzo, en un partido de la Copa Libertadores. Un menor de edad que ha sido expulsado del estadio durante 180 días.
La persecución del incidente llegó después de la denuncia del club argentino, que a su vez fue denunciado por el Mineiro debido a comportamientos idénticos de sus hinchas en el encuentro de ida de octavos de final. La eliminatoria acabó en un cruce de reproches racistas que en la vuelta fue respondido con un mosaico enorme del equipo brasileño con el lema de «No al racismo». De poco valió, la víctima se convirtió en verdugo y viceversa.
El Atlético Mineiro – San Lorenzo es un ejemplo que ejemplifica la situación que se vive en el fútbol y en la política de Latinoamérica. Los clubes se implican de oficio en el problema, a diferencia de lo que sucede en muchos campos de LaLiga, donde es la propia competición la que denuncia los cánticos ante Competición y Antiviolencia. Pero al igual que sucede en España, mientras que en las gradas o los jugadores exhiben mensajes contra el racismo, los estadios siguen siendo foco de comportamientos discriminatorios. Salvo casos contados, los aficionados no señalan a los infractores.
«La intolerancia ha aumentado en todos los lados. No solo en los estadios o pabellones, también en espacios periodísticos, partidas de videojuegos… A esto hay que sumarle los casos que no llegan a denunciarse», indican los autores del informe del Observatório da Discriminação Racial no Futebol de Brasil, que ha tenido en cuenta 233 incidentes detectados mayoritariamente en el fútbol. El documento divide cada episodio en un relato de los hechos, identificación de los protagonistas y qué medidas se tomaron. Porque hay no pocos sucesos que decaen tras la denuncia, tanto en el deporte profesional como amateur.
‘Caso Avellino’, cuando la afición se pone del lado del agresor
En España existe el Observatorio de racismo, xenofobia, intolerancia y violencia en el deporte, aunque lleva trece años sin convocarse. «Tenemos legislación suficiente, pero no se está aplicando. Se necesita que este organismo funcione y lo haga de un modo independiente, como establece la ley», reivindicaba en conversación con este diario Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, que lleva trabajando activamente desde 1991 para combatir el racismo y la violencia xenófoba en España.
La denuncia pública suele terminar con la condena y persecución del agresor, pero no siempre sucede así. Hay un evento recogido en los informes del organismo brasileño que demuestra el camino que resta por recorrer. En julio de 2023, Sebastián Avellino, preparador físico del Club Universitario de Deportes de Perú, fue detenido tras hacer gestos racistas a los aficionados del Corinthians.
Perpetró su acción en Sao Paulo, donde fue condenada de inmediato, a diferencia de lo que pasó en territorio peruano. Llegaron a producirse manifestaciones a favor de Avellino y su club, lejos de repudiarle, denunció que estaba siendo «tratado como un delincuente». La decisión llegó a los tribunales y finalmente resultó condenado, pero esto no terminó con su carrera, porque Avellino está ahora en la selección de Perú.
La vía judicial es la más efectiva contra la impunidad
Los activistas antirracistas apuestan más por un trabajo concienciador que meramente punitivista, pero reconocen que el camino legal es el único que impide la impunidad. En junio, LaLiga logró la primera sentencia condenatoria por racismo, después de que el Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia impusiese una pena de ocho meses de prisión, así como la imposibilidad de acceder a un estadio durante dos años, a tres acusados que vejaron a Vinicius en Mestalla.
Un incidente que dio la vuelta al mundo y que provocó un daño reputacional que llevó a la RFEF a organizar un partido contra el racismo y en homenaje a Vinicius entre España y Brasil. LaLiga activó campañas activas a las que se sumaron todos los equipos menos el Real Madrid, conjunto de Vinicius, y FC Barcelona. Los dos grandes conjuntos han apostado por hacer iniciativas por su cuenta, lo que evidencia la falta de un frente común en una materia que lo requiere.
Porque el racismo en el fútbol es un problema global, como demuestran los casos comentados en Brasil y en España. Como el de Maignan, portero del Milan e internacional con Francia que abandonó el campo de Udinese. Los cánticos ofensivos de la selección argentina frente a Francia. O los insultos recibidos por Marcus Rashford, Jadon Sancho y Bukayo Saka tras fallar en la tanda de penaltis de la Eurocopa. Caras de un conflicto poliédrico que se combate con la misma rapidez que se expande.