Al contrario de lo que se creía, los árboles absorben metano, un peligroso gas de efecto invernadero responsable de cerca del 30% del calentamiento global. Una investigación liderada por científicos británicos y con participación española ha demostrado que, por una parte, los troncos de los árboles emiten este gas a la atmósfera, pero, por otra, también lo absorben (y en mucha mayor medida), lo que deja al descubierto un potencial de captación hasta ahora desconocido.
La mayoría de estudios suelen medir los flujos de metano en el primer metro del tronco, donde los árboles sí emiten este gas hacia la atmósfera. Pero la clave de esta investigación, liderada por la Universidad de Birmingham (Reino Unido) y en la que participa el Centre de Recerca i Aplicacions Forestals (CREAF) de Cataluña, es que también ha realizado mediciones a más altura, y no solamente cerca del suelo. El resultado es que, aproximadamente a partir de dos metros, los microorganismos que viven en la corteza absorben mucho más metano del aire del que se libera a la atmósfera. La investigación ha sido publicada en la revista Nature.
“En concreto, el potencial de los bosques para absorber metano sería de 24,6-49,9 Tg a escala mundial, una cantidad similar a la que captan los suelos de todo el mundo”, explica Josep Barba, investigador del CREAF y uno de los coautores del artículo. Los resultados también revelan que los bosques que más absorben este gas son los que se encuentran en climas más húmedos y calurosos, como los ecosistemas tropicales, “porque es donde los microorganismos están más activos”, continúa Barba.
Según los investigadores, esta diferencia se debe al papel de las bacterias que habitan la corteza y que utilizan el metano como fuente de energía (las metanotrofas). Estos microorganismos empiezan a consumir metano del exterior a medida que queda menos en el interior del árbol, un hecho que sucede a partir aproximadamente de los dos metros de altura.
«Los árboles funcionan como chimeneas que canalizan el metano de las capas profundas del suelo a través del tronco y lo liberan por la corteza»
A partir de los dos metros, por tanto, queda menos gas en el interior del árbol y los microorganismos lo empiezan a consumir de fuera. “De esta manera, en el cómputo global, se absorbe más de lo que se emite”, destaca Barba.
Mediciones de diferentes alturas
La investigación se ha llevado a cabo en los bosques tropicales de Panamá y Brasil, que crecen en un clima cálido y húmedo; los bosques boreales de Suecia, que lo hacen en un ambiente frío y con poca lluvia, y los templados de Inglaterra, con un clima intermedio entre los dos anteriores. En estos lugares el equipo ha analizado centenares de árboles de varias especies con una metodología sencilla y curiosa: han ajustado cámaras de medición a los troncos para detectar a tiempo real los gases que se desprenden o se absorben desde la corteza y han tomado mediciones a diferentes alturas. En algunos ejemplares también han extraído muestras de madera del interior para ver la cantidad de gas que contenía y cuánto consumían las bacterias.
“Vemos que los que más metano captan son los bosques tropicales, seguidos de los templados y, por último, los boreales. En concreto, los tropicales captan unas 10 veces más que los templados y unas 20 veces más que los boreales”, añade Barba, que ya ha comenzado a recoger muestras en diversos bosques de hayedos, encinares, robledales y pinares de Catalunya.
Los datos también apuntan a que en un mismo bosque hay especies que captan más metano que otras, probablemente debido a diferencias en las propiedades de la madera, como la densidad o el diámetro de los vasos transportadores. “No obstante, no es algo que hayamos analizado en profundidad en este estudio y tendremos que investigar más este aspecto”, explica Barba.
Los bosques, un 10% más eficaces de lo que se creía
Este estudio añade valor al rol de los bosques para mitigar el cambio climático y, en concreto, de acuerdo con los autores, tendrían un 10% más de eficacia para preservar el clima de lo que se pensaba hasta ahora, porque a la capacidad de almacenar carbono atmosférico, se le sumaría la de absorber metano, “los dos gases que más contribuyen al calentamiento global del planeta”, comenta Barba.
En el caso de las estrategias de reforestación, también puede suponer un cambio de visión, ya que en algunos casos los ‘nuevos bosques’ no son muy eficientes como sumideros de carbono, porque están formados por árboles jóvenes con poca biomasa. Sin embargo, en el caso del metano, lo importante no es lo maduro que sea un bosque, sino la superficie de la corteza que interacciona con la atmósfera, “así que, a pesar de que los árboles sean jóvenes, si hay muchos, hay mucha superficie de tronco expuesta y el potencial para captar metano de la atmósfera es alta”, explica Barba.
“El Compromiso Mundial contra el Metano, lanzado en 2021 en la cumbre sobre cambio climático COP26, tiene como objetivo reducir las emisiones de metano en un 30% para finales de la década. Nuestros resultados sugieren que la plantación de más árboles y la reducción de la deforestación deben ser partes importantes de cualquier estrategia hacia este objetivo”, concluye Vincent Gauci, investigador de la Universitat de Birmingham y autor principal del estudio.
Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41586-024-07592-w
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