Un desayuno con el médico de la Vuelta te puede alegrar el día. Los médicos de la carrera son una especie de confesores. Todo el mundo se acerca a ellos buscando una curación divina. Que si me duele tal cosa, que si estornudo, que si la rodilla, que si una costilla por una caída sigue sin sanar… ellos sonríen, no tienen el don de curar a las personas con una mirada, pero les dicen a todos que están bien, que no pasa nada y que hay cosas peor en la vida que un pequeño dolor o un cosquilleo.

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