Es muy fácil, tal vez hasta demasiado fácil, imaginar qué pensamientos aparecen en la cabeza de un campeonísimo, de un deportista de élite, cuando, después de 1.043 días de calvario, de tortura, de incertidumbre, de dolor, de multitud de operaciones y meses de gimnasio y trabajo de fuerza, vuelves a ganar, derrotando, a lo grande, a lo bestia, a todos los campeones de la parrilla de MotoGP.

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