Sajonia y Turingia, dos estados del este de Alemania, celebran este domingo unas elecciones regionales etiquetadas de clave ante el empuje de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que podría dispararse al primer puesto. Han quedado además enmarañadas por el atentado yihadista de Solingen. El ímpetu del radicalismo derechista se daba por hecho desde hace meses, ya que en esa mitad de Alemania su discurso antiinmigración ha calado en todos los estratos sociales, no solo entre los sectores de ideología neonazi.
El ataque de un sirio armado con un cuchillo y declarado ‘soldado’ del Estado Islámico (EI) ha crispado aún más los ánimos, mientras el Gobierno de Olaf Scholz sigue debilitado por sus conflictos internos y la oposición conservadora se afianza como primera fuerza a escala nacional. A un año para las próximas elecciones generales, en Alemania se respira incertidumbre sobre cómo afrontará su previsible mazazo en las urnas el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales que lidera Scholz.
Entre Turingia, Sajonia y Brandeburgo, el ‘Land’ donde se celebrarán elecciones regionales el 22 de septiembre, suman 7,1 millones de electores, en un país con más de 60 millones de ciudadanos con derecho a voto. Pero los comicios regionales suponen el siguiente barómetro en las urnas tras las europeas del pasado junio, donde quedó en evidencia la erosión del Gobierno de Scholz. El bloque conservador formado por la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana (CDU/CSU) se alzó como primera fuerza, con un 30% de los votos, casi el doble que la AfD, en segunda posición. Los socialdemócratas de Scholz, así como verdes y liberales, se hundieron a mínimos históricos.
Las europeas se celebraron en Alemania bajo la sacudida de la muerte de un policía acuchillado por un afgano de 25 años en Mannheim. Una semana después, las urnas dieron a la ultraderechista AfD dos puntos más de lo pronosticado por los sondeos. Las elecciones de este domingo tendrán lugar tras la matanza de Solingen, ciudad que, como Mannheim, está al otro extremo del país, en el oeste, pero cuyo nombre ha pasado al primer plano en el cierre de campaña. Los últimos sondeos de la televisión alemana ZDF, en base a encuestas realizadas tras este atentado, no presentan, sin embargo, cambios destacables: la AfD sigue en cabeza en Turingia, seguida de la conservadora CDU, mientras que en Sajonia hay lucha por el primer puesto entre la derecha radical y la moderada.
El Gobierno había anunciado ya la reanudación de las deportaciones de criminales convictos afganos y sirios tras el atentado de Mannheim de junio. Este viernes se expulsó ya a un grupo de 30 personas hacia Afganistán, por primera vez desde el regreso de los talibanes al poder. También acordó el Ejecutivo la prohibición de cuchillos en eventos y recintos públicos, así como recortes de subsidios de peticionarios de asilo rechazados y la agilización de las expulsiones en curso. Se estima que hay en el país unos 50.000 refugiados en espera de ser deportados. Hasta ahora, un 60% de las expulsiones planificadas fracasaron por problemas de papeleo, logísticos o porque no se localizó al afectado en la fecha prevista, como fue el caso del sirio de Solingen.
Los resultados de esas elecciones regionales no deberían afectar en la política exterior, puesto que no entra en las competencias de los ‘Länder’ o estados federados. Pero el rechazo al envío de armas a Ucrania hermana a la ultraderecha y a la nueva izquierda populista que lidera Sahra Wagenknecht. Ambos partidos ocupan los extremos del espectro parlamentario y reclaman para sí el título de «pacifistas«, puesto que abogan por las negociaciones de paz con Moscú. Eso les ha colocado en la órbita de los partidos prorrusos y desbancado a la formación que tradicionalmente abanderó el pacifismo en Alemania, los verdes, comprometidos con el apoyo a Kiev. Entre los ultras de la AfD y la izquierda de Wagenknecht podrían sumar, según los sondeos, la mitad del voto del este. Hasta ahora, la mayoría de los alemanes han respaldado el compromiso de su Gobierno con Ucrania.
El gran protagonista de estos comicios ha sido el líder de la AfD en Turingia, el radical Björn Höcke, una figura que dentro de su partido ha contribuido al arrinconamiento de los llamados «moderados». De conseguir la posición de fuerza de ser el más votado en su ‘Land’, como apuntan los sondeos, sería un hito para el conjunto de la AfD y sobre todo para la línea de Höcke. Pero tendría consecuencias también a escala nacional y europea, puesto que decantaría a la AfD hacía posiciones que le apartan de la transversalidad necesaria para lograr resultados como los que obtiene en el este. Actualmente la AfD no está integrada en ninguno de los dos grandes grupos de la derecha populista europea, los llamados Conservadores y Reformistas de la italiana Giorgia Meloni ni los Patriotas por Europa del húngaro Viktor Orbán y la francesa Marine Le Pen. A falta de aliados fuertes, la AfD optó por crear su propio grupo, los Soberanistas.
Turingia se convirtió en 2014 en el primer, y hasta ahora único ‘Land’, con un jefe del Gobierno de La Izquierda, el pragmático Bodo Ramelow. Logró su reelección en 2020, con socialdemócratas y verdes como aliados y al frente de un gobierno en minoría, pero respaldado en situaciones puntuales por los conservadores. Sigue contando con un amplio respaldo entre sus conciudadanos, pero no tiene perspectivas de seguir en el cargo, lastrado por la crisis aparentemente terminal que sufre su partido.
La escisión de la Alianza Sahra Wagenknecht, liderada por esta carismática política, ha sido la estocada final al izquierdismo reformista surgido en lo que fue territorio comunista tras la reunificación alemana. A Wagenknecht se le pronostica un papel clave para cualquier coalición que garantice una mayoría sólida sin contar con la AfD. La Izquierda salvará el honor en Turingia, pero está herida de muerte en el conjunto del país.