Bassirou Diomaye Faye es el presidente más joven de la historia de Senegal. Es un inspector de Hacienda de 44 años, musulmán, como casi toda la población del país, y bígamo: aparece con frecuencia con sus dos mujeres, Marie Khone Faye, madre de sus cuatro hijos, y Absa Faye.
El camino hacia el poder del Faye y de su primer ministro, el popular y carismático Ousmane Sonko, no ha sido sencillo. Estuvieron en prisión durante el mandato del anterior presidente, Macky Sall, que intentó perpetuarse en el poder. Hubo protestas y represión violenta con al menos dos docenas de muertos en 2023. Y una nueva oleada de descontento popular a principios de este año, cuando se planteó posponer las elecciones. Finalmente, la excolonia francesa de 17 millones de habitantes consiguió encauzar la situación, se produjo una votación limpia, Sall reconoció la derrota y cedió el poder de forma pacífica a finales de marzo. Una lección de democracia poco habitual en la zona, asolada por golpes de Estado.
Este jueves, Faye y Sonko reciben a Pedro Sánchez y a su comitiva en la capital del país, Dakar. El presidente español culmina allí su gira por el África occidental, que le ha llevado a Mauritania, Gambia y al propio Senegal, en un intento explícito de frenar la salida de cayucos hacia Canarias con acuerdos con los países de origen y tránsito.
Revisión de la relación de Senegal con España
Pero Faye y Sonko son una incógnita política para España. Pertenecen al partido Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (PASTEF), el preferido por la juventud del país. Defienden una suerte de panafricanismo de izquierdas, con menos dependencia de las antiguas potencias coloniales y mayor integración regional, especialmente en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Quieren renegociar a su favor los acuerdos con terceros países. Y lo van haciendo, poco a poco.
Lo saben en la empresa española de energía AEE Power. Este mismo martes, el nuevo Gobierno senegalés ha firmado con la compañía la revisión del contrato de algo más de 152 millones de euros para la distribución eléctrica en las zonas rurales del país. Pasarán de 1.500 a 1.740 el número de pueblos a los que la compañía madrileña debe proveer de energía eléctrica y se exigirá la formación de jóvenes senegaleses en todo lo relacionado con el proyecto y un aumento de la participación local al 50%.
El Ejecutivo de Dakar también quiere revisar los acuerdos de pesca con terceros países, entre ellos España. La costa senegalesa es uno de los caladeros de mayor importancia para la flota española que opera en el Atlántico. España tiene varias empresas, especialmente gallegas, faenando en las costas gracias al “acuerdo de colaboración para la pesca sostenible” entre este país africano y la Unión Europea. El partido en el gobierno llevaba en su programa la renegociación de los acuerdos.
Presencia de Policía y Guardia Civil en Gambia
Lo que parece que no se va a tocar, según fuentes del Ejecutivo español a preguntas de este diario, es la presencia de agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil en Senegal, parte del acuerdo de control de la migración irregular y lucha contra las mafias que trafican con personas. Moncloa dice no haber recibido ninguna indicación de que Faye y Sonko quieran poner fin a la presencia de patrulleras españolas en el país.
España cuenta ahora con 40 efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil en Senegal, según los últimos datos aportados por el Ministerio de Interior a este diario. La Policía tiene un destacamento aéreo de tres efectivos que opera un helicóptero. Además, hay tres oficiales de enlace con las autoridades policiales senegalesas y con Frontex encuadrados en un proyecto de cooperación policial UE-Senegal. Por su parte, la Guardia Civil dispone de 34 efectivos encuadrados en diferentes destacamentos terrestres y marítimos que operan cuatro patrulleras y 13 vehículos todoterreno, periódicamente reforzados con un avión de vigilancia y un buque oceánico.
Senegal oscila entre el primero y tercer puesto de número de migrantes irregulares que llegan a España, dependiendo del momento. Entre enero y junio, 4.608 senegaleses vinieron en cayuco a España, sobre todo por la llamada ruta canaria, la más peligrosa. Todos los años fallecen centenares intentando superar las condiciones duras del Atlántico en cayucos que en ocasiones pierden el rumbo y quedan a la deriva, o se hunden en el océano. En España hay registrados más de 90.000 senegaleses, el tercer mayor colectivo de inmigrantes africanos, tras el marroquí y el argelino.
“El nuevo Gobierno de Senegal tiene un plan para incentivar a la juventud senegalesa a que se quede en el país y se desarrolle allí, pero necesita tiempo para desarrollarlo”, explica en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Momadou Diagne, inmigrante senegalés residente en España y miembro del Grupo de Reflexión y Acción de Senegaleses en la Diáspora. “La primera visita del responsable de los senegaleses del exterior del nuevo Gobierno ha sido a España. Ha dejado claro que las condiciones han cambiado y que Senegal y España deben establecer nuevas relaciones porque se necesitan mutuamente. Senegal tiene un papel estratégico ahora en el contexto de la inestabilidad en el Sahel”.
La violencia asola países vecinos del África subsahariana, como Níger, Burkina Faso y, sobre todo, Malí, donde hay una guerra abierta a tres bandas entre grupos terroristas afiliados a Al Qaeda y Estado Islámico, grupos independentistas tuareg y las Fuerzas Armadas golpistas, apoyadas por mercenarios rusos de Wagner (ahora rebautizado como África Corps). En ese mar de violencia, la democracia senegalesa es un oasis de estabilidad, y el Gobierno de Dakar quiere hacerse valer como país tapón.
Migración circular en Senegal
Entre otras cosas, pretende impulsar el acuerdo de migración circular, que consiste en contratar en origen a senegaleses que vienen a España, trabajan de forma temporal y luego regresan a su país. Pero, de momento, las cifras de ejecución han sido escasas. Tan solo 141 senegaleses han venido a España bajo ese esquema de trabajo legal.
“Es un primer grupo que ya había viajado y que están en Albacete y en Castilla y León. Pero el Gobierno de Dakar pretende volver a negociar con el Gobierno español para que vengan más inmigrantes temporalmente”, explica Diagne. “Se trata de un permiso de residencia y trabajo temporal de cuatro años, renovable. Si no regresan a Senegal, no se les renueva. También se están negociando acuerdos sobre las pensiones”.
La emigración senegalesa hacia España depende de factores coyunturales y estructurales. El coyuntural ha sido la violencia política del año pasado, que aumentó las salidas. En 2023, los senegaleses fueron la primera nacionalidad de los migrantes irregulares en España por la ruta canaria. Ese año, llegaron a las islas 40.403 personas. De ellas, al menos 6.766 eran senegaleses. En la mitad de los datos no consta país de origen, así que la cifra de senegaleses podría ser mayor. Este pico no se producía desde la crisis de los cayucos desde 2006. El otro factor es estructural, apunta Momadou Diagne: la pobreza y la desigualdad que el nuevo Gobierno pretende frenar.
España firmó en 2020 un convenio de cooperación con Senegal para reforzar la migración regular y luchar contra las redes de tráfico de personas. Un año después, Pedro Sánchez rubricó con Macky Sall en una visita al país sendos acuerdos para garantizar movimientos migratorios “seguros, ordenados y regulares”. Ahora, el presidente vuelve, tres años más tarde, a Dakar para profundizar los lazos con el nuevo Gobierno de un país, Senegal, que es prioritario para España en su agenda africana.