Casi dos años necesitó la Fiscalía General alemana para emitir su primera orden de detención por el sabotaje al Nord-Stream, el gasoducto que debía suministrar gas ruso a Europa por el Báltico, destruido en septiembre de 2022 por varias explosiones simultáneas a 80 metros de profundidad. Hasta ahora, no se sabía siquiera de esa orden de detención contra un ucraniano identificado como Volodímir Z., buceador profesional que supuestamente se embarcó a bordo del yate Andrómeda junto a otros compatriotas y participó en la operación. Hay investigaciones abiertas contra otros dos ucranianos, entre ellos una mujer.
Tres medios de referencia en Alemania -la televisión pública Ard, el diario Süddeutsche Zeitung y el semanario Die Zeit– han revelado ahora que el fiscal Jens Rommel emitió y transmitió en junio esa orden a las autoridades polacas. Supuestamente, el sospechoso residía en una localidad al oeste de Varsovia. Pero desde entonces el hombre ha desaparecido o se desconoce su paradero.
La ‘trama ucraniana’
Las sospechas de una ‘trama ucraniana’ empezaron a circular en 2023, también a raíz de informaciones periodísticas paralelas del diario Washington Post y del semanario alemán Der Spiegel basadas en el espionaje estadounidense. Se desbarataba así la tesis inicial, difundida casi de inmediato desde varios países occidentales, que apuntaba directamente a Moscú. Pero nunca se confirmó la existencia de dicha pista ucraniana ni desde la justicia alemana ni desde la sueca o la danesa, implicadas asimismo en la investigación de unas explosiones ocurridas frente a sus respectivos litorales.
Dinamarca y Suecia cerraron sus investigaciones sin ninguna conclusión a principios de año. Alemania ha seguido adelante con las diligencias en torno a unos sabotajes que inutilizaron un megaproyecto energético nacido en 2005 de la amistad e intereses comunes entre el presidente Vladímir Putin y el entonces canciller Gerhard Schröder. El primero de los gasoductos, Nord Stream 1 entró en funcionamiento en 2011, con Angela Merkel en el poder. El segundo nunca se puso en servicio, puesto que a raíz de la invasión de Ucrania el gobierno alemán lo suspendió.
En el momento de ocurrir las explosiones, ninguno de los conductos suministraba gas a Europa. Moscú había interrumpido los envíos argumentando razones técnicas y Berlín, por su parte, buscaba aceleradamente romper con la dependencia energética de Rusia. El gasoducto era un proyecto que, desde sus orígenes, habían rechazado tanto Ucrania como Estados Unidos y varios países de la UE. Especialmente controvertida fue la decisión de Merkel de mantener el proyectado Nord Stream-2 incluso tras el golpe de realidad que supuso la anexión de la península de Crimea en 2014.
La pista del yate Andrómeda
La pista del yate Andrómeda salió a la luz unos meses después de las explosiones en aguas del Báltico. Los investigadores de la policía alemana lograron reconstruir el trayecto del yate desde la ciudad alemana de Rostock a aguas danesas y suecas, donde ocurrieron las explosiones simultáneas. Pertenecía a una flota de embarcaciones de recreo o para turistas de alquiler asentada en Polonia y regentada por ucranianos. En un registro a la embarcación se encontraron restos de explosivos de uso militar y se localizó un automóvil que supuestamente utilizó el equipo integrado por varios buceadores que participaron en la operación. En su interior viajaba, al parecer, Volodímir Z.
El fiscal Rommel tenía abiertas diligencias por manejo y atentado con explosivos, además de sabotaje con «fines anticonstitucionales“.
No hay explicación oficial acerca de qué ocurrió con la orden de detención cursada a las autoridades polacas. Tampoco si se considera que el sospechoso regresó a Ucrania. En medios alemanes se asegura que tanto Volodímir Z. como sus supuestos cómplices eran identificables como «patriotas» ucranianos.
Kiev ha rechazado desde que surgió la tesis de la «trama ucraniana“ cualquier vínculo de sus redes de espionaje o ejército con los sospechosos. El mero hecho de que sugiera esa sospecha pesaba sobre las relaciones entre Ucrania y Alemania, que es el segundo suministrador de armas y apoyo logístico y humanitario a Kiev, solo superado por Estados Unidos.
Sospechas de sabotaje a un cuartel militar
Las explosiones del Nord Stream pusieron en entredicho la seguridad de infraestructuras críticas como el gasoducto germano-ruso. Desde entonces, Alemania ha sufrido otros ataques de autoría no aclarada en su red ferroviaria y otras instalaciones esenciales. Este mismo miércoles saltó la sospecha de un sabotaje en el suministro de agua potable a un cuartel militar de Colonia. Las dependencias quedaron de inmediato acordonadas, sin que se diera información oficial sobre sus razones. Tanto el semanario Der Spiegel como la agencia de noticias alemana DPA informaron de esas sospechas, así como de la advertencia a los soldados estacionados en el cuartel de no beber agua del grifo porque podía estar contaminada.