He sido crítico, muy crítico, más de una vez, con Sergi Roberto. No toca ahora rememorar el porqué de mis valoraciones al respecto, hoy sería zafio y burdo. Hoy, se despedirá un jugador que ha sido y puede seguir siendo ejemplo de muchas cosas en nuestro club.
Su salida, discreta como él, una vez más, no se ha ejecutado todo lo bien que se debería, en la gestión de las formas, pero tampoco cabe hacer más sangre hoy en esto. Cerrar etapas siempre es difícil, decir no, nunca es fácil y, al final, hoy tendrá su despedida en el Auditorio 1899, tras pasar un periodo demasiado largo de indefinición del Barça respecto a su futuro. Es un tipo elegante, no tendrá ninguna crítica y todo serán agradecimientos.
El jugador de Reus es un ejemplo de lo bien que se trabaja la cantera, acompañando al talento, desde tempranas edades para educarlo en la formación deportiva completa, dentro y fuera del campo. El Barça hace muchos esfuerzos que se materializan en jugadores que, muchas veces, triunfan lejos del club, no todo el mundo tiene cabida en Can Barça y él lo ha conseguido, con toda seguridad, con mucho trabajo, dedicación y sufrimiento.
Llegar al primer equipo no es fácil, hacerlo y mantenerse tantos años, con tantos entrenadores, tiene mucho valor. Evaluado por muy distintos cuerpos técnicos, no siendo nunca un titular indiscutible en ninguna de las etapas, se le ha considerado como un buen miembro de la plantilla del primer equipo. Un jugador con suficiente talante para ser un complemento perfecto de los titulares en distintas posiciones, ya sea en el centro del campo o en la defensa, es decir, un hombre multiuso con un perfil que siempre sumaba al grupo.
Hoy, se despedirá un jugador que ha sido y puede seguir siendo ejemplo de muchas cosas en nuestro club
Su trayectoría debe analizarse más allá del rendimiento deportivo individual, en todos estos años no hemos visto ningún acto de indisciplina, ninguna salida de tono, ningún menosprecio a un compañero o a una decisión de un técnico, haya jugado más o menos; eso, en un club con tanta competitividad en la plantilla como el nuestro, es de agradecer. Todos los compañeros que ha tenido siempre le han considerado un compañero ejemplar.
Se marcha dejándonos dos imágenes que siempre tendremos en la retina con él como protagonista principal o secundario. Su diagonal en el Bernabéu, para asistir a Leo Messi, en un contraataque impecable, para que el astro argentino sentenciara el partido y mostrara desafiante su camiseta a la grada del coliseo blanco, será parte de la leyenda de los clásicos.
Pero nadie le quitará su mayor momento de gloria como jugador, el definitivo gol que remató la más gran remontada del Barça en Champions. Ante el archienemigo de la última década en el continente, el PSG, en una noche para recordar, el sexto gol, ya fuera de tiempo, fue obra suya, digna de un gran jugador, en un fin de partido épico. Ese día, él tuvo su mejor papel protagonista.
La palabra respeto seguramente es la que mejor define lo que se puede tener a un jugador como él. Un hombre de club que debería seguirlo siendo, si lo desea, cuando finalice su trayectoría como jugador. Muchas gracias, Sergi.