Gabriel Le Senne quedó destituido como presidente del Parlament en el mismo instante en que destrozó las fotos de mujeres asesinadas, ante la cámara y ante las cámaras. Desde el cinismo que debe presidir todo análisis político, el problema del diputado de Vox es que su atropello a personas fallecidas se entiende a la perfección, no se enmascara en oscuros vericuetos económicos o jurídicos. Un acto de violencia, «he perdido los papeles». Y el cargo, porque lo siguiente era sacar una pistola y disparar al techo, o a las cariátides impúdicas.
El PP ha sido el último en enterarse de los efectos irreversibles de la salvajada, que ofende incluso a quienes están un poco hartos de la hipertrofiada memoria histórica. Los populares han prolongado gratuitamente durante dos meses el eco de un acontecimiento que se hubiera amortiguado tiempo atrás. Y ante el avance de la instrucción penal, el Govern pasa de socio a cómplice de Le Senne.
La presidenta Prohens no solo hace de la necesidad, virtud, como su amado Sánchez. En su urgencia por amarrar leyes bárbaras como la amnistía, se encadena a un Terminator Le Senne que ha desbordado los límites de agresión profranquista de Vox, de ahí que Santiago Abascal rehusara defenderlo.
Aislado en su naufragio, Le Senne se refugia en la inviolabilidad parlamentaria, una virtud que desde luego no figura en el manual de instrucciones de Vox, y una inmunidad que el propio presidente del Parlament violó al desgarrar y estrujar las imágenes. También aquí cabe consensuar una dimisión, tal que Maria Antònia Munar antes incluso de ser imputada, para discutir a continuación si destrozar fotos es una gamberrada inscrita en la libertad de expresión.
El PP siempre puede alegar que el PSOE tampoco ha relevado a la consellera de Koldo, que sigue siendo diputada, pero los conservadores deberían recordar la factura que pagaron los socialistas por su prepotencia incurable. Quienes desatienden las leyes de la historia, piensan en su desvarío que pueden retorcer la realidad a su antojo. Y no, siempre acaba por imponerse.
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