El balonmano español vivió uno de los momentos más duros de los últimos tiempos el pasado viernes con una traumática derrota frente a Alemania en las semifinales de los Juegos de París después de tener el partido casi ganado.
Cuatro ‘paradones’ a bocajarro de Andreas Wolff frustraron el primer triunfo de la historia en unas semifinales olímpicas y condenaron a los Hispanos a luchar por el bronce por quinta vez… y las cinco veces se logró el botín.
Pero, ¿cuál ha sido la intrahistoria de ese renacer? Tanto los jugadores como el cuerpo técnico estaban rotos a la conclusión del duelo contra la ‘Mannschaft’. «Sobre todo los que teníamos ya el bronce de Tokio queríamos más y la verdad es que el partido se nos pudo muy de cara», admite Jordi Ribera con su habitual flema.
No había tiempo para lamentos, ya que apenas 36 horas después el maltrato del Comité Olímpico Internacional obligaba a España a jugarse el bronce este domingo a las nueve de la mañana contra Eslovenia.
El sábado por la mañana en el desayuno el seleccionador se encontró parte del trabajo hecho. Con una madurez extraordinaria, los jugadores se habían levantado con la mente puesta en el podio y parecían haber dejado la decepción entre las sábanas.
Jordi Ribera decidió que no ayudaría una de sus meticulosas sesiones de vídeo ni quizá tampoco un entrenamiento intenso para corregir detalles tácticos, así que se llevó al equipo a un campo de fútbol y allí jugaron como niños. Éxito total, ya que con esas risas y con las bromas cerraron el baúl del recuerdo de las semifinales.
Lo curioso es que tan importante como la experiencia de los veteranos como Gonzalo Pérez de Vargas, Jorge Maqueda o Rodrigo Corrales han sido los jóvenes. «Su ilusión y sus ganas de tener el bronce nos han contagiado un poco a todos y han sido muy importantes», destacó Gonzalo a la prensa española. «Hasta yo me reí ayer», explicaba con una sonrisa burlona el seleccionador.
A alguno de los jugadores se le escapó que alguna ‘cervecilla’ también ayudó. «Ahí yo me fui y no quiero ni saber lo que habrán hecho», explicó Ribera en tono distendido con un admirable tono paternalista.
Por cierto, honor también «a los que no han venido, pero que han sido clave para que esto funcione», reclamaron Jorge Maqueda y Rodrigo Corrales. Y ahí estarían los lesionados Joan Cañellas y Gedeón Guardiola junto a Viran Morros, Antonio García, Ángel Fernández.
O los tres que no han entrado en la lista como Sergey Hernández, el joven azulgrana Petar Cikusa y un Adrià Figueras que sí ha tenido minutos. Otro detalle de grandeza es que el grupo presionó para que ese trío viviese en la Villa y no en un hotel. Lo consiguieron. «Esto es un éxito de todos y ellos son tan responsables como nosotros», insistió Maqueda.