Desde hace años, se habla del ‘síndrome de las vacaciones’ o de la depresión ‘de la hamaca’ para referirse a la inapetencia, las cefaleas, el insomnio o los cambios de humor, así como las enfermedades que aparecen al inicio de las vacaciones y que fastidian a muchos buena parte de sus viajes o del merecido descanso. La causa está relacionada con el estrés, que hace que nuestro cuerpo esté en guardia y, al llegar las vacaciones y la pausa, el sistema inmune se relaja y podemos sufrir más infecciones o sentirnos peor.
Esta situación está relacionada con episodios puntuales de estrés agudo, que normalmente se producen en una época de exámenes, ante la EBAU o en picos de trabajo y responsabilidades intensas.
Sin embargo, este escenario está cambiando porque en las sociedades actuales, en las que se vive constantemente hiperconectado, los especialistas han percibido que muchas personas sufren estrés crónico. Este hecho afecta a nuestro cuerpo de manera diferente y, por tanto, también modifica la situación cuando el cuerpo para, durante las vacaciones.
Son muchas las personas que padecen estrés crónico, que produce lesiones que no están directamente relacionadas con un problema muscular u óseo
El estrés crónico provoca que el cuerpo tenga que estar en guardia durante largos periodos de tiempo y, en consecuencia, el sistema inmune o digestivo no trabajan adecuadamente también durante largas temporadas. Además, se producen lesiones crónicas, que no están relacionadas directamente con un problema muscular u óseo, o que no mejoran si el problema se aminora.
Las lesiones crónicas
“Como con el estrés crónico el cuerpo tiene que hacer frente a muchos tipos de ataques, tiene que priorizar qué resuelve primero y lo último que resuelve es un dolor de un hombro, por ejemplo. Se ocupa primero del corazón, del cerebro, de hacer las digestiones… Por eso, tengo muchos pacientes, mucho de ellos deportistas, que trabajan muchas horas, pero además entrenan, tienen que cuidar de los niños y con tantas responsabilidades sienten dolores que no mejoran y tienen que ver con el estrés, no con la lesión en sí”, explica Ana Galeote, fisioterapeuta deportiva, experta en psiconeuroinmunología y en osteopatía músculoesquelética.
Al llegar las vacaciones, el nivel de cortisol baja, la corteza prefrontal del cerebro no se inhibe y el dolor tiende a desaparecer o minimizarse
“El estrés crónico afecta a la salud de todo nuestro cuerpo, incluida la salud mental, y por eso ahora en el ámbito de la fisioterapia se aborda al paciente desde un punto de vista integrador, teniendo en cuenta su nutrición, su descanso, su calidad de vida…”, añade.
Por ello, continua la especialista, al llegar las vacaciones, si la persona consigue desconectar de sus responsabilidades diarias -no todos lo consiguen-, “se relaja y el dolor y las lesiones disminuyen”.
El papel del estrés
Corrobora este análisis Diego Redolar, experto en neurociencia, psicobiología y docente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), quien subraya que numerosos estudios científicos explican cómo actúa y afecta el estrés diario a nuestro organismo. La evidencia indica que el estrés laboral multiplica por cinco los riesgos del tabaco y el alcohol juntos y puede estar detrás del 80% de las enfermedades, no tanto provocándolas, pero sí agravándolas.
Según Redolar, el estrés libera cortisol, que es la hormona que ayuda al cuerpo a enfrentarse a la situación de alerta. Pero a su vez el cortisol inhibe la corteza prefrontal del cerebro y altera el procesamiento de la información sobre el dolor que llega al cerebro y se siente. Al inhibir esta estructura cerebral, se percibe un dolor más intenso. “Pero, al llegar las vacaciones, el nivel de cortisol baja, la corteza prefrontal no se inhibe y el dolor tiende a desaparecer o minimizarse”, concluye el neurocientífico.
Obviamente, también sucede algo similar con las tensiones musculares relacionadas con las cargas laborales, que también disminuyen al cesar el trabajo o la carga que las producen.
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