La avenida Valencia de Zaragoza apunta a un próximo renacer que cambiará sustancialmente su imagen y configuración. Hace algo más de un mes que el ayuntamiento anunció la esperada reforma de esta vía, cuyo estado actual, degradado en muchos de sus puntos, no ayuda a que su ya incómodo trazado sea en absoluto agradable. Este deseado cambio de cara se suma a la aparición de varias promociones inmobiliarias en el entorno de la avenida. Los nuevos pisos, en algunos casos de lujo, los nuevos edificios y la reconversión de fachadas como la de la manzana de la comisaría de la Policía Nacional redundan en este futuro horizonte de una vía de importante tránsito rodado, que pone el linde entre el barrio de Delicias y el distrito Universidad. Trabajos, en definitiva, que despiertan expectativas en la zona, pero también el recelo entre los vecinos.
Fue la alcaldesa, Natalia Chueca, la que anunció en el mes de junio la renovación de la avenida Valencia, un proyecto que ha sido avanzado por distintos regidores casi tantas veces como las que, por el momento, nunca se ha llegado a completar. Aunque parece que la iniciativa de la popular va en serio; su presupuesto alcanza los 6 millones de euros y a partir del año que viene podrían verse a las máquinas trabajando.
Antes que ella, su predecesor, Jorge Azcón, dijo que se haría en 2023, cosa que no sucedió. Como tampoco pasó durante el largo periodo de Juan Alberto Belloch a los mandos de la ciudad, entre 2003 y 2015. Una docena de años en los que sí que se intervino en la vía, pero para introducir el carril bici. El siguiente de la lista, Pedro Santisteve, no se llegó a meter en el charco que se ha convertido en las últimas décadas esta avenida.
Si se cumple el plan de Chueca, las obras actuarán en 14.000 metros cuadrados, habrá nuevos espacios verdes, bancos y se crearán dos pequeñas plazas con zonas de juegos infantiles; una, en la confluencia con Tomás Bretón y otra, en Lorente con Fueros de Aragón. Mientras tanto, la rehabilitación de los edificios existentes y las nuevas promociones inmobiliarias han comenzado a llegar al entorno de esta arteria perimetral del barrio de Delicias.
La más recientemente conocida es la que creará hasta una quincena de viviendas de alto standing en la manzana que acoge la comisaría de la Policía Nacional, en el número 54 de la avenida. Allí, la llamada Residencial Cristal será la que ocupe el edificio que en su día acogió las viviendas de los mandos del parque móvil de los ministerios civiles, que sumaba décadas de abandono. Según avanzó a este diario la firma que promueve este proyecto, Stren Housin, los nuevos pisos podrían estar listas en 15 meses. Sus precios, desde los 291.469 hasta los 553.062 euros, a los que llega el dúplex de 209 metros cuadrados.
Esa misma manzana, una de las más representativas de la avenida Valencia y que abarca del número 50 al 58, aguarda también la rehabilitación energética de su fachada. Se trata de un proyecto de envergadura, que cambiará por completo el aspecto de sus inmuebles y que suma nada menos que 4 millones de euros de presupuesto, 2,6 de ellos, financiados por la UE. Con ella, este rincón de la vía que limita con la avenida San Juan Bosco tendrá una cara completamente nueva y se sumará a la renovación del entorno que ya comenzó hace años con otro de sus inmuebles destacados. Se trata del edificio Torresol, un gigante que también cambió su fachada para mejorar su eficiencia energética en 2016. Ahora, esta mole mirará desde la acera de enfrente cómo se regenera la manzana de la comisaría.
Recelo vecinal
Doblando su esquina, en la calle Franco y López, el cambio llega en forma de nuevos bloques de vivienda. El edificio Carmen, en el número 32, todavía está en construcción y ofrecerá 18 viviendas con piscina, gimnasio, sauna y terraza, entre otros servicios comunes. Todos sus pisos, según su página web, ya están vendidos. Algo más cerca de la avenida, en el portal 18-20 de la calle, se encuentra otro edificio recientemente construido con solarium, terrazas, trasteros y garaje. Como en el anterior caso, ya no queda ninguna de sus viviendas en venta. Y en la misma avenida, en su número 8, también se puede encontrar otra reciente construcción, el edificio Aurum, de 21 pisos. Como en los ejemplos anteriores, este inmueble cuenta con piscina para sus residentes.
Lo mismo sucede en la paralela calle Burgos, donde en su número 12 está proyectado el edificio Igea. Y en la misma vía, hace unos años también se estrenó otro inmueble que redunda en la creación de nuevas promociones en la zona.
Todos estos casos marcan el nuevo rumbo de una avenida que ya destaca por las grandes diferencias entre los edificios que acoge, en un entorno que, a su vez, sirve de bisagra entre tres zonas bien diferenciadas, Delicias, Centro y Universidad. Nuevos pisos que, lógicamente, tendrán su impacto en el mercado inmobiliario del lugar.
Ante este escenario, el presidente de la asociación vecinal de Delicias Manuel Viola, José Luis Zúñiga, afirma que la renovación de la calle es «una mejora importante», aunque critica la falta de importancia que se le da al peatón en el proyecto del ayuntamiento. «Acaba teniendo prioridad el coche», destaca.
También muestra sus recelos ante las nuevas promociones inmobiliarias del entorno: «Si regenerar es hacer edificios de alto standing en un barrio en el que no se hace vivienda de protección oficial, me parece un absurdo. Creemos que hay que fomentar la vivienda en todos los niveles», asevera Zúñiga sobre un panorama en el que, a su juicio, «el carácter especulativo prima por encima de todo».
En ese sentido, va un paso más allá y observa cómo en los alrededores de Delicias, en Vía Universitas, la avenida Navarra, Vía Hispanidad, algún espacio de la Bombarda y, ahora, la avenida Valencia, «son todo viviendas de alto standing, mientras todo lo malo se queda dentro». «Parece que quieren escondernos», se lamenta
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