Es imposible que el orfebre virtuoso que en el año 908 hizo la Cruz de la Victoria en el Castillo de Gauzón (Castrillón), por encargo de Alfonso III y su esposa Jimena, pudiese imaginar la potencia que adquiriría esa silueta de brazos lobulados como símbolo de Asturias. Tampoco hasta dónde llegaría su poder identitario. El año pasado, un niño de la ciudad argentina de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina, pidió a sus padres que su tarta de cumpleaños llevase esa cruz que se representa, amarilla sobre fondo azul, en la bandera del Principado. El niño no tenía ninguna relación familia con Asturias. Para él, que vive en la región que los europeos consideraron el fin del mundo, a 11.625 kilómetros del Principado, la Cruz de la Victoria había perdido cualquier relación con una monarquía medieval o con una lejana región del norte español. Para él, la Cruz era ni más ni menos el símbolo de su pasión futbolística, el signo de la afición que le unía a sus amigos, con los que juegan en el equipo del Centro Asturiano de esa ciudad.
Todos esos “pelayinos” que juegan en los equipos de la escuela de fútbol del Centro Asturiano de Comodoro Rivadavia, el más austral de cuantos existen por el mundo, llevan en su camiseta la Cruz de la Victoria. Y bien podría decirse que la leyenda que la Cruz lleva escrita en su reverso (“Hoc signo vincitur inimicus”-/“Con este signo vencerás al enemigo”) también hace efecto sobre la cancha. Uno de los equipos del Centro Asturiano de fútbol sala se proclamó recientemente campeón en la categoría C-13 de la competición local. Y no era la primera vez. El pasado 22 de julio los del Centro Asturiano se impusieron por 3 goles a 2 al Mutual Petroleros con dos goles de Valentino Barrientos y uno de Alex Díaz.
Raúl Estrada Andrés, presidente del Centro Asturiano de Comodoro Rivadavia: “Todos lucen orgullosos la Cruz de la Victoria y yo siempre les explico qué representa. Todos los años, cuando se entregan los premios les explico, a ellos y a los padres, qué es la Cruz de la Victoria y entonces les cuento la batalla de Covadonga, les hablo de Pelayo, de la expulsión de los moros, de la Reconquista, del inicio de España…También les cuento que la Princesa de Asturias es la próxima reina de España porque el rey Felipe fue antes Príncipe de Asturias. La verdad es que ponen mucha atención, tal vez más atención que muchos nietos de asturianos de paisanos”, apunta con humor.
Este último comentario cobra sentido porque no todas las familias que forman parte de la escuela de fútbol del Centro tienen raíces asturianas. De hecho, la escuela de fútbol forma parte de un giro que hace unos años dio este Centro Asturiano, ya centenario, para abrirse a la sociedad y captar más socios. “Nosotros, hace varios años dijimos que hay que cambiarle el rumbo ,hay que aggiornar las cosas a los tiempos que vivimos, hay que dejar de hacer las cosas como las hacíamos siempre e innovar”, indica Raúl Estrada. “Entones decidimos emprezar con una escuela de fútbol infantil y hoy ya llevamos siete años, siete promociones de chicos que se han iniciado en el fútbol en la escuela del Centro Asturiano”, añade. “Eso es todo un trabajo con las criaturas desde muy pequeñas. Los padres nos dejan lo más preciado que tienen, que son los hijos, para que les enseñemos que el deporte es una fiesta, que es ‘pasarla bien’ y también competir, pero sabiendo los límites”.
En este momentos unos 120 niños de distintas edades, hasta los 16 años, participan en los distitntos equipos que tiene el Centro Asturiano de Comodoro Ribadavia. Es posible que entre todos estos “pelayinos” cualquier día salga un nuevo Messi. Y habrá marcado sus primeros goles bajo el símbolo de la Cruz de la Victoria… futbolística.