Si se repasan las previsiones de medalla que tenía la delegación española en los Juegos Olímpicos de Tokio, saltará enseguida a la vista que Nikoloz Sherazadishvili, más conocido como Niko Shera (Tiflis, Georgia, 1996), era un nombre destacado en todas ellas. A la anterior cita olímpica, el judoca nacido en Georgia y afincado en Madrid desde los 14 años llegó como líder del ranking mundial de la categoría de -90 kilos y, por tanto, como máximo favorito al oro.
El séptimo puesto, en cambio, fue su techo. «Fue tan duro que pensé en dejar el judo», rememora ahora, recuperada la confianza en sí mismo, sanada también la rodilla que se le quebró en el camino entre Tokio y París. Más grande y más fuerte, ahora en una categoría superior, -100 kilos, este jueves perseguirá de nuevo el sueño olímpico y no vacila cuando se le pregunta en esta entrevista qué se puede esperar de él en el pabellón de Campo de Marte: «La medalla de oro».
¿Sería el único resultado con el que se iría contento de París?
Yo me iría contento si consigo disfrutar de mi judo, disfrutar de la competición y si lo doy todo. Entonces, si yo lo doy todo y lo disfruto, llega esa medalla de oro. Seguro.
Después de Tokio llegó a pensar en dejar el judo.
Sí, porque realmente para mí es muy importante mi felicidad, mi salud mental, incluso la salud física por encima de todo. Fue tan duro perder que pensé en dejarlo. Después de estar un tiempo con mi familia (que siempre está ahí) y de desconectar, volví a focalizarme en lo más importante, en que me dedico a lo que más me gusta y al final eso es lo que hace que vuelva a empezar.
Hace dos años sufrió una grave lesión de rodilla. ¿Fue más duro ese percance físico o la decepción de Tokio?
Lo duro para mí fue perder y siempre va a ser perder. Es muy duro porque me exijo muchísimo, mientras que el resto de cosas que me pasan las veo como circunstancias a resolver. He tenido una lesión y he dicho, «vale, ¿cuál es el siguiente paso?». Pues si me tengo que operar, me opero y después empiezo la rehabilitación. Realmente yo siempre busco las soluciones en las dificultades, porque no las veo como una dificultad, sino como parte del camino y así lo he afrontado. He seguido para delante y ahora estoy en París.
Lo duro para mí fue perder y siempre va a ser perder. Es muy duro porque me exijo muchísimo
En este ciclo olímpico ha decidido cambiar de peso.
Creo que ha sido la decisión correcta, porque sufría mucho bajando el peso. Mi cuerpo, mi altura [1,91 metros] y mi masa muscular no me permitían quedarme tanto tiempo en menos de 90 kilos. Ha sido una buena decisión estar en menos de 100, es un peso que podré mantener si luego quiero seguir para los siguientes Juegos Olímpicos.
Llegó a decir que pasaba mucha hambre.
Pasaba mucha hambre y, además, cuando tú haces tantas bajadas de peso llegan las lesiones y eso termina por acortar tu carrera deportiva. Yo confiaba en mí mismo, confiaba en que podía estar en menos de 100 kilos mejor que en menos de 90 y podría conseguir los mismos resultados. En ello estoy.
Pasaba mucha hambre y hacía muchas bajadas de peso que propiciaban las lesiones
El peaje es que ahora se enfrenta a rivales más grandes, más fuertes y más pesados a los que debe derribar.
No estaba acostumbrado a enfrentarme a gente de mi altura o más altos y ahora tengo que hacerlo. He cambiado un poco mi estilo de judo y también han cambiado los rivales a los que tengo que estudiar. Son deberes nuevos, por así decirlo.
Llega ahora a París sin la presión de ser el número uno del ranking, sin esa etiqueta de que tiene la medalla casi asegurada. ¿Le puede ayudar a liberarse de esa presión?
Realmente nunca sentí presión por lo que se dijera de mí, soy yo el que se pone la presión, no hay nadie más exigente que yo. Ahora mi perspectiva ha cambiado, por la forma de tomarme las cosas, y espero que eso se muestre en París.
¿En qué sentido?
En la exigencia que yo tenía conmigo mismo, en el hecho de no disfrutar de cada resultado. Yo ganaba una competición y era tan exigente que estaba mirando en cualquier detalle el más mínimo fallo sin darme margen para disfrutar de lo que había conseguido. Este año he conseguido disfrutar más con mis resultados. Con una medalla de plata, cuando competía en menos de 90 kilos, estaría muy mal conmigo mismo. Estaría mirando los vídeos y no llegaría a disfrutar. Este año he estado presente en tres finales, he conseguido un bronce en el Mundial, resultados bastante buenos que he aprendido a disfrutar. Sabiendo que lo que me ha llevado hasta ahí ha sido perfeccionar e intentar mejorar. He encontrado el equilibrio, disfrutar de los resultados mientras aprendo de los errores que cometo.
He encontrado el equilibrio, disfrutar de los resultados mientras aprendo de los errores que cometo
¿Ese bronce mundial del que hablaba es el que le ha llevado a estar convencido de que puede ser campeón olímpico?
Totalmente. Porque yo me puedo sentir entrenado, pero es la competición la que determina si de verdad estás preparado. Y eso ha ocurrido en el campeonato del mundo, que es la competición más importante que tenía antes de los Juegos. El combate que perdí fue muy ajustado, contra el azerbayano, al que hemos estudiado más. Me ha permitido acceder a los Juegos como cabeza de serie. Los objetivos que nos habíamos marcado tras la lesión los hemos cumplido. Y ahora queda el último de todos, que es, ahora sí que sí, el top1.
¿Cómo le ha marcado el tener un padre que fue judoca?
A mí me ha marcado para bien, porque no ha sido un padre obsesivo. Sí que quería proyectar en mí lo que él no pudo conseguir, por circunstancias de la vida, por la guerra, por el trabajo, por formar una familia con 19 años… Él sí que quería que yo hiciese judo, pero realmente en lo que más me ayudó es en intentar ser honesto conmigo mismo. Es el que me enseñó a ver vídeos, aprender de los rivales, ver mis errores… Eso provocó que yo con 14 o 15 años tuviera una mentalidad distinta a la de mis rivales.
¿A qué se refiere?
Cuando tienes esa edad, pierdes un combate y no quieres saber nada hasta el siguiente. Piensas que entrenas más y ya está. Y realmente no es entrenar más y ya está. Lo importante es saber en qué es lo que te has equivocado. Porque puedes entrenar para estar más fuerte, pero el mismo error lo puedes cometer con alguien más fuerte también. Entonces, darme cuenta de que ahí puedo mejorar, analizándome a mí mismo y a mis rivales, me ha dado una gran ventaja. Porque no todo el mundo pierde por técnica o por fuerza, sino muchas veces por una cuestión mental. He ido siendo consciente de mis puntos débiles, eso es lo que me ha aportado mi padre, esa mentalidad y esa cabeza para estudiar. Gracias a mi padre, aprendí a ver mis combates y analizarlos para estudiar mis errores y corregirlos.
He ido siendo consciente de mis puntos débiles, eso es lo que me ha aportado mi padre
¿Le gustaría que un hijo suyo fuera judoca profesional?
Realmente mi hijo… Quiero tener muchos hijos y me gustaría que practicaran bastantes deportes. Mi hermano juega al fútbol y me gustaría que mi hijo jugase al fútbol, hiciese judo, tenis… El judo es bastante duro, lo sé en primera persona. Pero, sí, me gustaría que uno de mis hijos hiciese judo.
Están de moda los hispano-georgianos: Tristani Mosakhlishvili, Ilia Topuria, usted… ¿Qué tienen?
Tenemos mucha tradición de lucha georgiana. Y todo eso la verdad es que ayuda, ¿no? Tenemos sangre guerrera, por así decirlo.