“Ya no sé qué hacer con este hombre”. Tres personas que estaban allí lo confirman. Fue lo que dijo Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, sobre el expresidente cuando el sábado 29 de octubre del pasado año el partido le organizó un imponente acto a Felipe González en Sevilla por los 40 años de una victoria que cambió España. González fue “frío”, “distante”, evitó muchos saludos en la sala ‘vip’, mostró su enfado porque el partido no había invitado a Alfonso Guerra y a todos los exministros de su gobierno, relatan los testigos de aquel encuentro. Luego sobre el escenario desplegó su oratoria y el acto salió bien, admiten quienes se llevaron semanas trabajando por ese gran mitin, que entre bambalinas certificó que la química entre Sánchez y González nunca iba a existir. Quedó un regusto amargo, el equipo de Sánchez se convenció de la relación imposible de ambos dirigentes, marcada por el apoyo de González a Susana Díaz en las primarias y el rechazo frontal del exdirigente socialista a un pacto con Podemos.

Ahora, el PSOE se asoma a un momento político muy complicado y desde el puente de mando del partido resoplan: “Felipe como siempre, ayudando”, ironizan quienes tienen entre sus manos la negociación de una investidura que tensiona al partido porque depende de Junts, que pide amnistía para los encausados del procés de Cataluña y un nuevo referéndum de autodeterminación. El mensaje que trasladan desde Ferraz es que lo que dice González o Alfonso Guerra ya no pesa tanto. “Hay una ruptura emocional”, repiten varios dirigentes. Lo fueron todo en el partido, González fue secretario general de 1974 a 1997 y presidente del Gobierno entre 1982 y 1996, un icono de la Transición, pero de eso hace ya, explican en el PSOE, muchos años, tanto que entre la mayoría de la militancia, de 50 años hacia abajo, “ni siquiera hay desgarro emocional”. En la contraparte, los veteranos, los que discrepan de la estrategia, avisan de que hay un ruido de sables que recuerda al que sacudió al PSOE en la antesala de la operación que se consumó el fatídico 1 de octubre de 2016 que rompió al partido en canal. “Falso”, sentencia Ferraz.

«Desgaste» de sus figuras

“Felipe salió del Gobierno hace 27 años y se ha dedicado a hacer su vida, a sus negocios. Mucha gente no entiende lo de las puertas giratorias. Él lleva de gira por Latinoamérica años. ¿Qué desde cuando no pisa una agrupación del PSOE? No sabría decirte. Ni lo recuerdo. Las conferencias que da, las cobra. No hay lazos emocionales con la inmensa mayoría de la militancia. Las nuevas generaciones ni le conocen, más allá de un personaje de la televisión, de la Transición, no hay vínculos. El tiempo de Felipe ya pasó”. La reflexión es de un dirigente de peso del PSOE andaluz. El mensaje unánime, posiblemente pactado dentro del partido, trata de minimizar el dolor que provoca que González sea ahora abrazado como un referente para el PP y sus palabras en contra de pactar una amnistía, “no porque esté en contra, sino porque sabe que al decirlo hace daño y además porque todavía no ha llegado ese momento”, zanja una figura clave en el partido.

Desde la dirección federal sí hay preocupación por el efecto que pueda tener entre la militancia andaluza, la más apegada a González y Guerra, sus palabras pero la dirección del partido en Andalucía asegura que “no hay fisuras”, “la militancia está con Pedro (Sánchez)”. El único problema, señalan, es “el eco mediático” que siguen teniendo. El gran referente ahora es José Luis Rodríguez Zapatero, la nueva ‘auctoritas’, el que llenó el acto de cierre de campaña de las generales en La Rinconada (Sevilla) y que elevó la moral de los militantes con una entrevista con Carlos Herrera en la ‘COPE’ que estos días ha vuelto a circular como en campaña en los grupos de socialistas, para contraponerla a la intervención de Felipe González con Carlos Alsina en ‘Onda Cero’.

“Nos duele mucho, mucho”

“Felipe (González) es unos años mayor que nosotros y ha sido siempre nuestro referente político, ideológico y más allá de eso, tengo compañeros que a su primer hijo lo inscribieron con el nombre de Felipe. Pero para nosotros, el PSOE está por encima de sus dirigentes. Siempre ha sido así. Cada uno puede tener su opinión, nunca hemos sido de dogmas ni de doctrinas, pero nuestro hilo conductor, nuestra columna vertebral siempre ha sido la lealtad al PSOE. Por eso nos duele, me duele mucho que se sitúe en una posición que objetivamente está haciendo daño al partido”. Habla Pepe Romero, el único de decenas de socialistas consultados por este periódico que ha accedido a hablar sin esconderse en el anonimato. Él fue quien se dirigió al expresidente el pasado jueves, cuando al acceder a un homenaje organizado por la Cámara de Comercio de Sevilla, se acercó a saludar a una decena de veteranos con una pancarta (“Siempre PSOE. Antes con Felipe, ahora Pedro Sánchez”).

“Estaba seguro de que si nos veía nos iba a venir a saludar. Él nos conoce y no rehuye estas cosas. Lo sabía perfectamente”, cuenta este histórico militante. Su perfil resume bien donde sí está el desgarro emocional: en la quinta de González. Los veteranos que acudieron a las puertas del acto forman parte de un grupo que se llaman “Jóvenes Socialistas del 68”. Se reúnen de vez en cuando para hablar de política y de la vida, de la actualidad y de los nietos. Tienen su club de lectura. La última vez estuvieron charlando precisamente sobre la amnistía en la ‘sala Pepe Romero’ de UGT de Sevilla. El sindicato rotuló un espacio con el nombre de quien es ‘ugetista’, presidente de honor del sindicato en Sevilla y militante socialista desde 1967. Otras veces, la tertulia es en la Casa de Extremadura de la capital andaluza. Fueron a ver a Felipe González tras meditarlo juntos, querían «una convocatoria minoritaria, nada de redes sociales», solo necesitaban expresarle al expresidente lo que les duele sus opiniones.

Romero forma parte de la tercera generación de su familia que pasó por la cárcel para luchar contra la dictadura franquista. Entre quienes acudieron a portar la pancarta, “Felipe nos conocía a dos de la cárcel, pero de eso tampoco quiero hablar mucho”. Como sindicalista, Romero pasó mucho por el despacho laboralista de Capitán Vigueras donde González empezó y forjó su leyenda. “Sólo queriamos transmitirle nuestro sentimiento de dolor, hay mucha gente que dice cosas pero no nos duele como Felipe. Lo que más me duele es que se sitúe en una posición que objetivamente está haciendo daño al PSOE”, dice Romero, que fue consejero de Trabajo en la Junta de Andalucía, senador, concejal, se matriculó en la universidad a los 40 años y se jubiló, presume, en su puesto de trabajo, fuera de los cargos públicos. Tiene 75 años, se crio en Bellavista, el barrio obrero de Sevilla donde creció González, en la pandilla del hermano menor del expresidente, ya fallecido. “Llevamos esa foto del fundador, de Pablo Iglesias, para recordar que el PSOE tiene 140 años y los dirigentes pasan, unos y otros, pero el PSOE será siempre PSOE”.

El PSOE resta dramatismo

Desde el partido restan dramatismo a la situación emocional: “En las agrupaciones provinciales del PSOE no hay ningún seismo cuando hablan ellos. Hay un desgaste de sus figuras políticas”, señala un dirigente provincial. En el premio organizado por la Cámara de Comercio de Sevilla no hubo ni uno de los 60 alcaldes socialistas de la provincia y nadie en las agrupaciones llamó para pedir invitaciones. El martes el primer presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, que está siendo muy activo en redes a favor de Sánchez y contra los políticos de su generación, presenta un libro y dice el PSOE de Sevilla que “se caen los teléfonos” pidiendo invitaciones.

A la cena posterior que ofrecieron en honor a González no se quedaron ni Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz, ni Javier Fernández, presidente de la Diputación y secretario general del PSOE de Sevilla. Ambos fueron porque si no iban la noticia iba a ser su ausencia. Juan Manuel Moreno, líder del PP andaluz y presidente de la Junta, sí se quedó hasta el final departiendo en la mesa con González, también cenó Alfonso Guerra, pero en otra mesa. Los expresidentes Manuel Chaves y José Rodríguez de la Borbolla limitaron su presencia al acto, no cenaron. Para muchos socialistas aquel evento fue indigesto pero el PSOE niega que haya una crisis interna. De la famosa ‘foto de la tortilla’, quien fue amigo de González, Luis Yáñez, no fue al acto y quiso escribir en redes sus sentimientos: «Me extraña mucho que mis amigos (desde hace 60 años), Felipe y Alfonso, se presten al juego de nuestros adversarios, acudiendo a sus foros y dejándose dar golpecitos en la espalda. Conmigo que no cuenten». Fue «triste» ver ese despliegue del PP loando al expresidente, «doloroso», añade otro asistente.

González cargó contra la expulsión de Nicolás Redondo. Recordó que su padre le montó una huelga general y no lo echó. Esa huelga fue en 1988. Alguien que entonces era muy cercano a González se indignó con esa crítica. Redondo padre, exsecretario general de UGT, renunció a su escaño en el congreso un año antes (octubre de 1987) por discrepar de los Presupuestos Generales del Estado. “Nadie le echó pero fue la quiebra más importante que hemos tenido nunca con el que era el sindicato hermano, UGT. Aquello fue mucho más doloroso que expulsar al hijo que se iba de campaña con Isabel Díaz Ayuso. Dónde va a parar. La memoria de Felipe (González) se limita a sus batallitas con los jefes de Estado de Latinoamérica, para lo demás… me voy a callar”, dice un histórico socialista. “Yo sí estaba allí”. El PSOE se indigna con la pregunta de si abrirán expediente a González y Guerra y niegan categóricamente esa posibilidad. «Son patrimonio del PSOE, nos guste más o menos lo que digan».