Mestalla fue una fiesta. Tan inesperada. Como merecida. Por la superiodad aplastante del Valencia sobre el Atlético de Madrid, pero sobre todo por el estado de ánimo de una afición a la que Peter Lim ha condenado a sufrir. El viejo coliseo se dio un gustazo de los buenos. Como hacía tiempo que no se recordaba. El valencianismo se levanto de sus asientos para gozarla con la ola mexicana, toreó a los del Cholo Simeone a grito de «¡Olé, olé, olé!», saltó a rimo de «¡Que bote Mestalla!» y, lo más importante, volvió a sentirse grande después de un comprobar cómo Meriton empequeñeció al equipo este verano con su gestión y su discurso de permanencia.
El gran triunfador de la tarde fue Rubén Baraja. El estadio coreó su nombre a la finalización del partido en un gesto que emocionó al vallisoletano. No era para menos. El Pipo devolvió la felicidad a la afición con un partido redondo contra el Atlético y un arranque de temporada esperanzador por encima del objetivo de la salvación. El equipo cierra las cinco primeras jornadas de la liga con un balance positivo de 9 de 15 puntos y con algo todavía mejor: la sensación de que Baraja sacará mucho rendimiento con lo poco que tiene. El valencianismo disfrutó del recital de sus jóvenes jugadores y protestó con más motivos que nunca contra Peter Lim, Layhoon Chan y Miguel Ángel Corona. La presidenta y el director deportivo fueron señalados por la afición en el minuto 19 después de sus últimas comparecencias públicas. En pleno festival de fútbol y goles de la grada hubo bronca y de las gordas contra Meriton. Una señal de madurez y de la injusticia que significa que la propiedad no le haya dado al entrenador las mejores herramientas para aspirar a algo más que «mantenerse en primera división».
Lim y sus ejecutivos de València quedaron retratados. Baraja y sus chicos salieron reforzados gracias a un plan de partido y una ejecución perfecta. Los tres puntos son valiosos en clave clasificación, pero todavía es más importante que este joven equipo cargue su mochila de confianza porque la va a necesitar y mucho esta temporada para luchar contra todas las adversidades que se encontrará por el camino. El 3-0 no esconde las carencias de una plantilla debilitada con respecto a la temporada pasada y el primero que lo sabe es el Pipo. Por eso el primer mensaje del entrenador al vestuario fue conservar los pies en el suelo, ser realistas, trabajar día a día y mantener el nivel y la actitud el sábado contra un rival inferior contra el Almería. Ese es el único camino para que el Valencia consiga el objetivo y para que la afición le siga haciendo la ola a Baraja. ¡Que bote Mestalla!