Cuando, al filo de las cinco de la tarde del viernes, ese hombre vestido con camisa de lino y armado con una pistola negra encañonó a los agentes de la Policía Local de Valencia en la calle Guillem Sorolla, instantes después de haber hecho lo mismo con una vecina y otra patrulla en la calle Espinosa, solo los mas veteranos habrían sabido a quién se enfrentaban en el caso de que alguien hubiese gritado su nombre.

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