De decir que el Bitcoin es «una estafa contra el dólar» a venderse a sus inversores como «el presidente de las criptomonedas«. En apenas tres años, Donald Trump ha cambiado radicalmente su posición sobre las criptomonedas, un giro estratégico que le ha permitido acercarse a los magnates de una industria que se frota las manos con la posibilidad de que el próximo presidente de Estados Unidos adopte un enfoque regulatorio menos estricto y más favorable a sus intereses económicos. Este fin de semana ha sido el protagonista del principal congreso del sector.
Durante su presidencia, entre 2016 y 2020, Trump no fue precisamente pro-cripto. Sin embargo, su rechazo se ha transformado en entusiasmo en los últimos meses, después de ganar millones con la venta de activos digitales NFT. El pasado mayo su campaña empezó a aceptar donaciones en activos digitales como Bitcoin, Ether o Solana, captando unos 4 millones. Desde entonces, el candidato conservador se ha reunido con las principales empresas del sector y con grandes inversores de Silicon Valley y ha asegurado en público que se encargará de que «el futuro de Bitcoin se fabrique en EEUU» y no en China, país con una criptoindustria al alza.
Maniobra desreguladora
Con ese giro, Trump busca explotar a su favor la indignación de la industria cripto con las políticas adoptadas durante la presidencia de Joe Biden. En los últimos cuatro años, y especialmente tras el fraude que llevó al colapso del gigante FTX, la Administración demócrata ha impulsado la regulación del sector y ha denunciado a compañías como Coinbase o Ripple, medidas destinadas a proteger a los consumidores ante el alud de estafas perpetradas con monedas digitales como anzuelo.
Consciente de ese cabreo, Trump se ha rodeado de criptobros como David Bailey, director ejecutivo de Bitcoin Magazine y su asesor de campaña, o J.D. Vance, el senador con experiencia en fondos de capital riesgo al que ha elegido como vicepresidente. «Los republicanos pondrán fin a la ofensiva ilegal y antiestadounidense de los demócratas contra las criptomonedas y se opondrán a la creación de un banco central de divisas digitales«, reza el programa electoral conservador, adoptado la semana pasada en la Convención Nacional Republicana.
Esas promesas han convertido a Trump en el candidato favorito de la comunidad cripto, que solo en EEUU alcanza los 18 millones de personas. Esa predilección por el expresidente explica que el valor de Bitcoin se disparase a los 60.000 dólares un intento fallido de asesinato que relanzó sus opciones de victoria en las plataformas de apuestas con criptomonedas.
En busca de criptomillones
Desde 2020, las empresas del sector cripto han destinado más de 149 millones de dólares a intentar desbaratar los esfuerzos regulatorios de la Casa Blanca, impulsando congresistas afines —tanto republicanos como demócratas— que modifiquen las leyes para adaptarlas a sus intereses económicos, según datos de los grupos de transparencia OpenSecrets y Public Citizen. Uno de ellos es el vicepresidenciable Vance, que posee entre 100.000 y 250.000 dólares en Bitcoin. Esta campaña de presión ya ha logrado impulsar una ley que suaviza la supervisión federal de sus actividades. «Creará nuevas lagunas normativas (…) y pondrá a los inversores y a los mercados de capitales en un riesgo inconmensurable», lamentó el presidente de la Comisión del Mercado de Valores de EEUU, Gary Gensler.
Ahora, la maniobra pasa por regar a Trump con su dinero. Así lo han hecho fortunas como los gemelos Cameron Winklevoss y Tyler Winklevoss, los primeros multimillonarios de Bitcoin del mundo, o los influyentes inversores de capital riesgo Marc Andreessen y Ben Horowitz, que gestionan un fondo cripto de 4.500 millones. Ambos creen que la desregulación trumpista protegerá sus inversiones y pondrá fin a la «guerra anticripto de Biden». «Las personas en Silicon Valley que están profundamente metidas en criptomonedas y que quieren operar sin restricciones son las que apoyan a Trump», ha señalado veterano inversor Vinod Khosla. Bailey habría prometido a Trump una recaudación de fondos de 15 millones.
¿Y los demócratas?
En los últimos meses, la administración Biden ha intentado calmar los ánimos con la industria cripto, pero según apuntaron fuentes del sector a The Washington Post, ese acercamiento ha sido recibido con hostilidad. La incógnita se centra ahora en si, con Kamala Harris al frente, los demócratas mantendrán la línea dura actual u optarán por recoser sus lazos con el sector. Aunque la nueva candidata no se ha pronunciado públicamente sobre este tema, su amistad con la élite tecnológica apunta, según diría su entorno, a una posición «mucho más abierta» a las criptomonedas.